Al menos 25 personas, de las que se tiene constancia en Calor y Café, viven y duermen en las calles de Arrecife. Todas ellas consumen algún tipo de sustancia, ya sea alcohol o drogas, y tienen como punto de encuentro el Charco de San Ginés. Un lugar emblemático de Arrecife, del que también forma parte esta otra cara de la realidad.
Tres personas habituales de esta zona fallecieron en las dos últimas semanas. Los cuerpos sin vida de dos de ellos fueron encontrados en las inmediaciones del Charco de San Ginés. Uno, era Juan Manuel García Montelongo aunque, por la zona, se le conocía como "El Camollo". Su cadáver aparecía el pasado viernes en una zona próxima a las Cuatro Esquinas. A escasos metros de allí, en una casa terrera abandonada que suele ser utilizada como "fumadero" por drogodependientes, apareció una semana antes el cuerpo sin vida de Angélica. El tercero en fallecer lo hacía hace unas dos semanas en el Hospital Doctor José Molina Orosa de Lanzarote a causa de una tuberculosis. Antonio David, como así se llamaba, había acudido casi un mes antes a Urgencias y, según denuncia la presidenta de Calor y Café, Sor Ana, "no se le hizo nada".
La Voz se ha trasladado al Charco de San Ginés para intentar conocer un poco más la situación de estas personas que han hecho de la calle su hogar y que pasan, la mayor parte del día, en este espacio de Arrecife. Un lugar que muestra dos caras muy distintas. Una, la de los turistas que pasean por la zona. La otra, la de estas personas que no tienen dónde vivir.
Allí llegamos sobre las 12 horas de la mañana y lo primero que nos encontramos es con un hombre que, totalmente ebrio, nos aborda. No nos dice mucho, aunque asegura que conocía a "El Camollo" y a Angélica, pero no cuenta nada más. Eso sí, tras unos minutos de charla, nos lleva hasta un grupo de cinco personas que se encuentran sentadas en las inmediaciones del Charco. "Son mis amigos", dice.
Consumo de drogas
Ni fotos, ni grabaciones. Eso es lo primero que nos dicen nada más llegar, aunque todo en un ambiente de mucha cordialidad. Nos intentamos ganar su confianza aunque, eso sí, nos cuesta algunos cigarros de por medio. Tras pocos minutos, dos de ellos se lanzan a hablar y nos empiezan a contar cómo viven su día a día.
En un principio, dicen que no consumen droga, aunque luego acaban confesando que se fuman "algún porro de vez en cuando". De hecho, a ellos se acaban uniendo más tarde otras dos personas de las que, al menos una de ellas, sí que consume droga, aunque apenas puede hablar.
Ellos nos explican dónde se encuentran dos de los "fumaderos" de la zona. Uno, justo donde se encontró el cuerpo de Angélica, frente a una tienda de muebles. El otro, justo en las esquina de al lado. "Sólo tienes que entrar ahí con dinero y pedir droga y te la dan. Además, siempre hay gente consumiendo. Unas cuatro o cinco personas que se van rotando a lo largo del día, que vienen y se van", explican estas personas habituales de la zona, que aseguran que "la Policía lo sabe y nunca hace nada".
Lo que sí que hacen todos ellos es consumir alcohol. Y prueba de ello es que, a pesar de ser poco más tarde de las 12 horas, a su alrededor tienen una botella de ron, que van consumiendo mientras estamos allí con ellos. "Caí en el alcohol hace muchos años. Después me recuperé, pero cuando murió mi madre volví a recaer. Desde entonces, he tenido momentos de recuperación y momentos de recaída. Ahora ya no bebo tanto, he tenido momentos en los que he estado peor, pero sé que tengo problemas con el alcohol. Eso sí, no me gusta que me señalen con el dedo por ello", relata uno de ellos.
Este hombre, según cuenta, llegó de la Península a Lanzarote hace muchos años "en busca de fortuna". "Siempre veía en la televisión, en programas como el 'Un, dos, tres', que se regalaban viajes a Canarias. Entonces, Lanzarote estaba en auge y decidí venir", explica este hombre, que se autodefine como "un trotamundos".
Aquí trabajó varios meses en el sector de la hostelería pero, al final, las cosas no fueron bien y ahora se encuentra viviendo en la calle. Además, asiste a Alcohólicos Anónimos."Voy una vez a la semana porque me dan fuerza los testimonios de los demás. Yo también participo verbalmente y recojo bastante información. Eso me da energía y me fortalece", afirma.
La mayor parte del día la pasan todos juntos en el Charco de San Ginés, donde comparten sus experiencias los unos con los otros. Al mediodía, muchos se dirigen hacia los comedores sociales, bien de Calor y Café o bien de Cáritas, para poder comer. Pero, recibir esa ayuda, según explica otro de ellos, "no es tan fácil". "Tenemos que pasar por pequeños aros que para nosotros son enormes y, a veces, si haces algo que no les gusta y te sales de ese aro, te castigan", asegura.
Por la noche nos cuentan que se separan."Cada uno busca su rincón donde dormir", señalan. Uno de ellos dice que duerme en una casa de okupas. Algunos lo hacen en la calle. Otro, duerme en un sitio donde incluso hay electricidad. "Al menos tengo algo, aunque no tengo agua ni un sitio para hacer mis necesidades, pero no podía ser tan perfecto".
Una salud muy precaria
Al menos, unas 25 personas viven en esta situación en Arrecife, según datos de los que dispone la presidenta de Calor y Café, Sor Ana. Todas ellas tienen unas condiciones de salud "muy precarias", afirma. "Hay gente en muy malas condiciones. Ahora hace frío por las noches, sus defensas están muy bajas y no saben dónde refugiarse"
Según explica Sor Ana, son personas que llevan "muchos años en esta situación" y que "no tienen aliciente ninguno" para salir de este mundo. El problema para muchas de estas personas es que no tienen un futuro fuera de las drogas. No tienen inquietudes. No tienen ya nada en sus vidas que encaje. Y estar sin consumir, sin beber, al principio es una alegría, pero llega un momento en que no les proporciona nada. Ni tienen amigos, ni se sienten bien y acaban cayendo de nuevo", concluye la presidenta de Calor y Café.
Desde los Servicios Sociales apenas se tienen datos de estas personas. Y es que, según asegura la concejal del Ayuntamiento de Arrecife, Emilia Perdomo, la mayoría "no quieren ayuda". "Prefieren seguir en esa situación", señala.
Aún así, desde el Consistorio arrecifeño son conscientes de "la marginalidad" que se da en la zona. E, incluso, se ha procedido al tapiado de las viviendas abandonadas en las calles Cienfuegos y Gran Canaria, que eran utilizadas habitualmente por los drogodependientes. "Hace un año, la Policía tenía contadas a unas 60 personas que se dedicaban a trapichear en la zona. Ahora esperamos, con el tapiado de las viviendas, que esto se descongestione un poco", concluye Perdomo.
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