La Unión Europea ha publicado este martes en su Diario Oficial la inscripción definitiva en el Registro comunitario de la Denominación de Origen Protegida "Cochinilla de Canarias", lo que supone el reconocimiento europeo para este producto del Archipiélago, el único en el mundo que cuenta de momento con dicho distintivo de calidad.
Este sello ha sido solicitado por la Asociación de Criadores y Exportadores de cochinilla de las Islas Canarias y ha sido tramitado por el Instituto Canario de Calidad Agroalimentaria, organismo adscrito a la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Aguas del Gobierno de Canarias, encargado de la tramitación de estas figuras de calidad.
Se trata de un producto de origen animal que resulta de la desecación natural de las hembras adultas del insecto de la familia de los Dactylopius coccus- conocido tradicionalmente como cochinilla-, que, una vez recolectado de las palas de la tunera, se utiliza para la extracción de un colorante natural que se usa para dar color a textiles, alimentos o cosméticos.
El consejero de Agricultura, Ganadería, Pesca y Aguas del Gobierno de Canarias, Narvay Quintero, manifestó su satisfacción por este reconocimiento, "para un producto estrechamente vinculado a nuestro territorio, tradiciones y costumbres, que no precisa apenas de recursos hídricos y que permite sacarle partido a gran cantidad de tuneras que se encuentran repartidas por el Archipiélago".
"Este sello, que se ha conseguido en un tiempo récord, si tenemos en cuenta la complejidad de este tipo de procedimientos, constituye también un reconocimiento a la mujer rural, que tradicionalmente ha jugado un papel clave en la obtención de esta producción, y para la que representaba históricamente, en islas como Lanzarote, una importante actividad complementaria", destacó Quintero.
En Canarias existen varios factores que determinan el carácter específico de este producto. Así, a diferencia de la cochinilla obtenida en otros territorios, en las islas se cultiva un único tipo de huésped, es decir, de tunera, y un único tipo de insecto; y el secado es natural, sin componentes químicos, utilizando únicamente el calor del sol. A ello se suma que la perfecta adaptación tanto de la planta como del parásito a las condiciones del territorio, le confieren al producto unas características de calidad, que se manifiestan en una baja humedad y una elevada concentración de ácido carmínico.
El cultivo de la cochinilla en el Archipiélago se introdujo en el primer tercio del siglo XIX, cuando, tras producirse una de las crisis cíclicas de la agricultura, se plantea la sustitución de los cultivos del azúcar y la vid. Esto coincidió con el auge de la industria textil en Europa que demandaba todo tipo tintes, entre ellos, en un lugar destacado, el carmín. Los mejores años de producción fueron desde 1845 a 1869 hasta la aparición de los tintes sintéticos.
Aunque en la actualidad la producción se ha reducido notablemente en el Archipiélago, en algunas zonas de Canarias su cultivo sigue jugando un papel dinamizador en la economía local, donde las labores propias de las producción han derivado en un saber hacer, fundamentando en un modelo artesanal de obtención del producto, que se ha ido trasmitiendo de generación en generación, y que ha conducido a que surgieran vocablos propios vinculados a la actividad.