"Mi historia, por desgracia, es la de otras muchas personas en este país y también en esta isla". Así se presenta Carmen Alonso, una gallega de 57 años, que lleva viviendo en Lanzarote 32 años, y que el pasado 21 de octubre tuvo que entregar las llaves de su casa al banco, tras ser embargada.
Vivía en Arrecife, en El Lomo, cerca de El Charco de San Ginés. La casa la había adquirido en 1996 y pagó por ella 7 millones y medio de las antiguas pesetas. "Siempre había pagado día a día, sin problema", indica. En 2005, le quedaban 12.000 euros de hipoteca por pagar. "Las cosas me iban bien y quería abrir un negocio, tenía ilusión y es lo que hice", relata Carmen.
Y, precisamente, apostar por una nueva vida laboral, apostar por este nuevo sueño, le llevó a la ruina. "Pedí una ampliación de hipoteca con la misma financiera de 41.000 euros para abrir un bar chiquitito, al lado de la iglesia de San Ginés", relata. "El negocio me fue mal, lo tuve tres años y medio y me vi obligada a cerrarlo, la verdad es que no podía aguantar más", lamenta.
Con el local cerrado, Carmen empezó a acumular impagos ante la falta de trabajo. "Estuve casi tres años sin pagar al banco y, yo, sinceramente entiendo que es mucho tiempo y sabía lo que me podía pasar, era consciente", asume. Tras recibir muchas cartas del banco, finalmente a Carmen le enviaron la definitiva. "Cada vez que venía el cartero yo sentía miedo. Cada vez que veía una carta en el buzón se hacía un nudo en la garganta. Al final llegó: me desahuciaban", señala.
El desahucio se produjo el 21 de octubre de este año. "Es muy duro, te sientes muy mal cuando tienes que abandonar tu casa y a cierta edad es mucho más complicado, porque sabes que todo va a ser más difícil", indica. Pese a este embargo, asegura que dentro de "lo malo no fue doloroso". "Vino la financiera, fuimos a notaría, se firmaron los papeles y entregué las llaves. Fue todo como un sueño, como una nebulosa. No vino ni la policía, ni tuvimos que ir a los juzgados, ni nada. No fue dramático", afirma.
Libre de cargos
Incluso, Carmen cree que a raíz de este reportaje sus vecinos se enterarán de lo que le ha sucedido, porque ella no les ha explicado nada. "Algo sabrán, supongo que habrán hablado de por qué ya no vivo ahí, pero es que nadie se enteró del desahucio. Yo me fui de allí, entregué las llaves y ya está".
Por suerte, Carmen, que no tiene hijos y vive sola, pudo negociar con la entidad financiera y quedó libre de cargos. Es decir, no tuvo que seguir asumiendo la hipoteca pese a ser embargada, como ocurre a muchas familias.
"Tuve suerte, la verdad. Porque sé lo que sufren muchas familias, que les queda poco por pagar, igual 5.000 euros, y les echan igual y encima tienen que seguir pagando al banco. Eso sí que me parece injusto. Si se han quedado sin trabajo, ¿cómo van a pagar un alquiler y la comida de sus hijos? Entiendo que el banco se quede la casa, pero encima tener que seguir pagando es un drama para muchas personas", señala.
Carmen encontró un alquiler de 300 euros en Valterra, en Arrecife, y durante tres años recibió la ayuda de Cáritas, asociación que le facilitó la comida. "Fue muy vergonzoso acudir por primera vez a pedir ayuda, a pedir alimentos. Me daba apuro, pensaba: ¡cómo me ha podido pasar esto! Pero ahora no me importa decirlo, porque a cualquiera le puede ocurrir", reconoce. Además, señala que también ha recibido la ayuda de su casera. "He encontrado gente buena, eso tengo que decirlo".
Buscando empleo
Además, Carmen consiguió un trabajo con un convenio del Ayuntamiento de Arrecife, pero el empleo se le terminó el 18 de noviembre. "Cobré casi 600 euros y con esto he pagado el alquiler de diciembre, porque me denegaron la ayuda de los 426 euros", explica.
Ahora, Carmen sabe que le toca seguir luchando. "Estoy intentando conseguir trabajo, aunque sé que con mi edad cada vez es más difícil. Me encuentro bien, estoy luchando, tocando puertas, moviéndome mucho y espero lograrlo", indica.
Su vivienda, la que compró en 1996 en El Lomo, saldrá a subasta en las próximas fechas por 35.000 euros. "Mira, tiene el cartel de se vende", indica esta mujer en la puerta de la que un día fue su casa. "Guardo muchos recuerdos, fueron más de 15 años. Tengo anécdotas, vivencias. Te da mucha pena. Pero estoy bien, esto es un mal trago pero, a veces, de una enfermedad no se sale, y de esta situación sí", indica convencida.
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