La Academia Canaria de la Lengua acaba de incorporar a Leandro Perdomo a su repertorio digital de escritores canarios, mediante una ficha técnica y una selección de textos que, por encargo de la Academia, ha elaborado Fernando Gómez Aguilera, estudioso de la obra del narrador lanzaroteño, al que ha dedicado varios estudios y ediciones.
La ficha consta de un perfil biográfico, un estudio sintético de los rasgos característicos de la prosa de Leandro Perdomo, una valoración de su aportación y alcance literario, la bibliografía completa y una selección de artículos y libros sobre la producción literaria del autor, además de una antología de textos, en este caso, nueve piezas seleccionadas por Gómez Aguilera.
La información puede consultarse en el portal de la Academia Canaria de la Lengua, en cuya sección “Archipiélago de las Letras” se incluyen en la actualidad 86 fichas dedicadas a escritores canarios, desde el siglo XVI, con Bartolomé Cairasco de Figueroa, hasta la actualidad.
Según la Academia, el espacio “Archipiélago de las Letras”, está “concebido para la difusión de la literatura del Archipiélago, dirigido al público general y a los profesionales de la enseñanza”. En la ficha de cada autor, “realizada en tono divulgativo por conocidos especialistas”, se podrá acceder “a sus datos esenciales: quiénes son, sus obras, su significación cultural y literaria, bibliografía, recursos multimedia y una selección de sus textos”.
Hasta el momento, Leandro Perdomo (Arrecife, 1921-Teguise, 1993) es el cuarto escritor lanzaroteño incluido por la Academia en su catálogo de literatos canarios “Archipiélago de las Letras”, tras José Clavijo y Fajardo (Teguise, 1726-Madrid, 1806), Benito Pérez Armas (Yaiza, 1871-Santa Cruz de Tenerife, 1937) y Ángel Guerra (Teguise, 1874-Madrid, 1950).
A la hora de presentar el personaje en la entradilla que encabeza la información que ofrece la Academia, Gómez Aguilera destaca la singularidad de Leandro Perdomo, un narrador independiente apegado a la cotidianeidad popular: “Cambullonero, vendedor ambulante, minero en Bélgica, emigrante, director de dos periódicos, siempre desafecto con la institucionalidad burguesa y las convenciones sociales, Leandro Perdomo sintió predilección por los antihéroes y la intrahistoria. De este modo, escribió escuchando la respiración y el habla de la calle, apegado a la anécdota trascendida, la compasión y la indignación frente a la injusticia para levantar una robusta épica literaria de lo cotidiano sin renunciar a la crítica social. Refugió su obra, de respiración breve, austera y antirretórica, en las páginas de la prensa, fundiendo vida, idealismo inconformista, solidaridad con los desfavorecidos y un robusto arraigo en el latido popular y la memoria de su tierra”.
En la aproximación a la figura del escritor nacido en Arrecife y afincado en Teguise, se señala que “vida y literatura se confunden en la obra de Leandro Perdomo, refugiada íntegramente en las páginas de la prensa”. Y añade: “Alistado en las filas del proletariado de las letras, quizás su propia existencia, áspera, vitalista, azarosa, marginal, aventurera e independiente constituye su mejor creación. La rebeldía, el humanismo compasivo, la cercanía a las clases populares y la idiosincrasia isleña están en la raíz de su periplo vital y de su sistema de escritura tanto como el desapego hacia las formas institucionales, las clases dominantes y las convenciones burguesas”.
En relación con su aportación literaria y el significado de su obra para Lanzarote, Fernando Gómez Aguilera, reconocido estudioso también del Nobel portugués José Saramago, destaca que “el cronista de los márgenes”, como denomina a Perdomo, conforma un rico “archivo de insularidad”, en el que “realidad y mito se confunden para iluminar un imaginario colectivo, una narrativa integral de Lanzarote, a partir de la microhistoria, en el marco de las estéticas literarias regionalistas. De la mano de representaciones identitarias aporta una mitología insular integral, popular, que reúne paisaje y figuras. La expresividad narrativa de sus escenas fragmentarias se apoya, por lo general, en el retrato compasivo de los más desfavorecidos, las víctimas anónimas silenciadas por la historia convencional, y en la idealización del pasado”.