El yihadismo se deriva de la invasión del PP a Irak, dicen los ignorantes

Sigfrid Soria
20 de noviembre de 2015 (09:48 CET)

A cuenta de la tremenda desgracia de París, hay algunos ignorantes que vuelven a enarbolar la bandera partidista del No a la Guerra. Esos que culpan al Partido Popular de haber participado en una guerra ilegal que culminó en los atentados yihadistas de Atocha. Esos que creen que el yihadismo comienza con la foto de las Azores.

La Operación Libertad Iraquí fue tan legal como la Operación Odisea del Amanecer, desde el momento en que ambas tuvieron el respaldo del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. La diferencia entre dichas Operaciones es que la primera la impulsó un gobierno del PP y la segunda un gobierno del PSOE, diferencia que es fundamental de cara a la bastarda protesta de los del No a la Guerra, bastarda pues sólo existe cuando gobiernan los populares.

Matizando, hay que recordarle a la progresía que en 2003, el gobierno no estaba obligado por Ley a someter al Congreso de los Diputados las intervenciones militares internacionales. Sin embargo, en 2011 sí lo estaba e incumplió. ¿Cuál fue la respuesta de los del No a la Guerra a la intervención militar en Libia? Silencio absoluto. Claro está, no gobernaba el PP.

Si seguimos matizando, en la Operación Libertad Iraquí, España no participó en el inicio de la guerra, no participó en la invasión terrestre ni en los bombardeos y sí participó con el envío de un buque hospital y con el envío de tropas en misión humanitaria bajo la específica cobertura de la Resolución 1472 del Consejo de Seguridad de la ONU. Pese a ello, la respuesta de los del No a la Guerra fue feroz. Sin embrago, en la Operación Odisea del Amanecer, España envió cazas F-18 que intervinieron en los escenarios de combate, una Fragata F-100 y un submarino. ¿Respuesta de los pacifistas de la progresía? Nula, tal y como ya he afirmado anteriormente.

El fanatismo de la progresía, que carga contra el PP lo que aprueba con el PSOE, lleva a la insólita y absurda afirmación de que el azote yihadista que sufre Europa, que acaba de sufrir París y que Madrid sufrió el 11-M, es por culpa de la foto de las Azores. ¡CUÁNTA IGNORANCIA!

El fundamentalismo islámico ya aprovechó hace casi 80 años la visión antisionista del socialista populista Hitler para apoyarle en su determinación de conquistar Europa y posteriormente todo Occidente. El líder del yihadismo de los años 30 del siglo XX, Muhammad Amin al-Husayni, apoyó decididamente al Tercer Reich.

Pero sin remontarnos tantas décadas atrás, antes de los atentados del 11-M 2004 de Atocha, los cuales son el gran punto de inflexión de la progresía española en su particular, partidista y asimétrica acusación casusa-efecto bélica-yihadista contra el PP, el yihadismo ya había golpeado brutalmente a Occidente: 3.040 muertos en los EEUU y 489 muertos en Europa desde 1972.

Asimismo hay que tener claro que el primer zarpazo yihadista a España fue en 1985, gobernando Felipe González, en el atentado al restaurante "El Descanso", en el que fueron asesinadas 18 personas. Mucho antes de los atentados de Atocha, España era objetivo del yihadismo.

El yihadismo detesta a Occidente, a sus valores, a sus costumbres y a su manera de entender el mundo. Pero no sólo detesta a Occidente, es que pretende exterminarlo y, en su lugar, imponer el Islam y la Sharía, emulando la intención del nazismo y la de los darwinistas sociales alemanes con la raza Aria, sustituyéndola por los musulmanes.

Tanto en cuanto Occidente no entienda la verdadera amenaza que constituye el fundamentalismo islámico, le ocurrirá lo que al Impero Romano le ocurrió con las invasiones Bárbaras: Roma minusvaloró la amenaza y acabó cayendo.

La desnortada progresía española en su versión -No a la Guerra gobernando el PP precursor del yihadismo- yerra torpemente pues obvia la firme decisión del DAESH de recuperar Al Andalus, ocupar Europa y conquistar Occidente. Mientras tanto, el PP seguirá siendo el culpable del 11-M, de lo de París y de todas las desgracias presentes y futuras de España.

 

Por Sigfrid Soria del Castillo Olivares, ex diputado autonómico de Canarias

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