Opinión

Más Lanzarote y La Graciosa

Necesitan y merecen más. Necesitan sobre todo un gobierno a la altura de las circunstancias y de las dificultades socioeconómicas que nos está tocando vivir. Un gobierno con solvencia, que tenga claro qué es lo importante y qué es lo urgente, que tenga capacidad para afrontar y liderar de una vez por todas las asignaturas que tenemos pendientes como isla y como sociedad. Un gobierno dispuesto a asumir el coste político que tiene en muchas ocasiones la toma de decisiones que, aunque necesarias, no siempre son bien entendidas en primer término por la mayoría de la ciudadanía.

Desde un punto de vista político consideró que en Lanzarote falta valentía y sobra bloqueo. Los discursos vacíos, los proyectos inexistentes, la confrontación y la demagogia han ocupado un lugar preferente en el gobierno del Cabildo durante demasiados años, mandato tras mandato. Durante la última década, aquellos que siempre han tenido la sartén por el mango valiéndose de sus mayorías, han hecho y desecho según sus propios intereses. Y son éstos, los intereses de ambos, nacionalistas y socialistas, y no otros, los que nos lastran y mantienen estancado el desarrollo de la isla. Ambos pierden demasiado tiempo mirando por el retrovisor; rebuscando en sus miserias y regodeándose permanentemente en lo mal que lo hizo el gobierno que le precedió.

Se pierde tiempo y esfuerzo en cuestiones meramente partidistas que no tienen nada que ver con los problemas de la isla, con lo que realmente le preocupa a la ciudadanía y con las necesidades reales de la gente. Y así van consumiendo mandatos.

En la intervención de conformación de la corporación, en julio de 2019, decía que estábamos ante un mandato histórico en el cual se iban a corregir errores del pasado y oxigenar la institución, que por parte del Partido Popular no queríamos perder tiempo hablando del pasado y, me reafirmo. Sí. Cumplimos con nuestro compromiso y si de algo me siento orgulloso es del buen trabajo que durante dos años hizo cada uno de mis compañeros del Partido Popular en el gobierno del Cabildo; en turismo, en promoción economía, empleo, transporte, en seguridad y emergencias o en obra pública, está última bajo mi responsabilidad.

¿Qué es suficiente?, claro que no!. Más hubiésemos hecho de haber gobernado en solitario o de haber sido el grupo mayoritario, pero no ha sido así y son muchas las cosas en las que hay que ceder en un gobierno de dos y en medio de una pandemia.

Una vez más demostramos estar a la altura de las circunstancias y creo, sinceramente, que la presidencia del Cabildo no tiene nada que reprocharnos en la buena y eficiente gestión de nuestras áreas. De hecho, muchas de las medidas de gobierno que estamos viendo en estos últimos meses, son la culminación del trabajo que realizamos. Y aunque siempre actuamos con responsabilidad, seriedad y lealtad, en ningún caso espero ya un ejercicio de honestidad que reconozca estos extremos por parte de una presidencia que sigue más interesada en las descalificaciones y en los lodazales dialécticos que en construir puentes y sumar esfuerzos, que es precisamente la línea a seguir.

Queremos y debemos hablar de futuro, marcar una hoja de ruta y cerrar grandes pactos insulares en aquellas materias que son de especial trascendencia para la isla y que deben quedar al margen de los cambios de partido que se produzcan en el Gobierno insular. Es fundamental llegar a acuerdos en materias como el planeamiento, infraestructuras, servicios sanitarios y sociosanitarios, agua, energías renovables y patrimonio.

Y eso debemos hacerlo conjuntamente con los ayuntamientos porque el Cabildo debe estar siempre para tenderles la mano y no para enfrentar; el Cabildo está para ayudar y no para bloquear; el

Cabildo está para dar soluciones y no para generar los problemas, porque si algo debe imperar siempre es el espíritu de cooperación con las corporaciones locales. Y cuando un municipio se siente afectado por una problemática, lo que tiene que hacer el Gobierno insular es atender o hacerse eco de sus necesidades y no utilizar el silencio o la guerra de guerrillas como respuesta a aquellos ayuntamientos que no son de su mismo signo político.

Lanzarote lo necesita. Necesita avanzar hacia la modernidad y el progreso, porque al final lo que todos queremos es que nuestros hijos tengan dos islas en las que estén orgullosos de vivir; un medio ambiente cuidado y del que también se pueda disfrutar; unas islas que sean amables y cuiden de nuestros mayores, unas islas que ofrezcan oportunidades para todos. Porque Lanzarote y La Graciosa necesitan y merecen más.