Opinión

Las muchas posibilidades en la edad avanzada

No deberíamos darnos por satisfechos con lo que llamamos lo inevitable. Para el que quiere, siempre hay una solución. También la edad ma­dura nos ofrece muchas, muchas posibili­dades, sobre todo cuando se va ...


No deberíamos darnos por satisfechos con lo que llamamos lo inevitable. Para el que quiere, siempre hay una solución. También la edad ma­dura nos ofrece muchas, muchas posibili­dades, sobre todo cuando se va ...

No deberíamos darnos por satisfechos con lo que llamamos lo inevitable. Para el que quiere, siempre hay una solución. También la edad ma­dura nos ofrece muchas, muchas posibili­dades, sobre todo cuando se va retirando el apre­miante afán de subir hacia lo alto en el te­rreno profe­sio­nal. Cuando el afán de querer y desear dis­cu­­rre por cauces más tranquilos y la edad exige una mayor tranquilidad de ánimo, más de uno puede descubrir sus aptitudes y dis­posiciones hasta en­tonces latentes y desa­rrollar sus talentos ocul­tos, para, si lo desea, po­nerlos a disposición de sus seme­jantes.

Contemplemos por una vez nuestra situación de for­ma completamente realista. Digamos adiós a todo lo que ha quedado atrás. Algunas cosas fueron buenas, otras menos buenas. De ello podemos aprender y practicar en circunstancias completamente diferentes lo que hemos reconocido. ¡Quitémonos de encima lo viejo! Aho­ra vale: ¡Adelante, hacia nuevos hori­zontes! Lo que significa: ¡Demos nueva forma a nuestra vida!

El contenerse y ser discreto y estar desinte­re­sa­­da­mente a favor y por otras personas es una virtud que podría practicarse y perfeccionarse es­pecialmente en la edad avanzada. Tan pronto como la persona de edad lo haya reconocido, es­to se convertirá en su postura bá­sica, y así ten­drá en sus manos la llave de una vida plena ?también en la edad avanzada. Y la vida le «re­compensará» a su manera: como hemos dicho, ad­quirirá mucha, mucha vida. Pues el seguir sien­­do útil a los demás en la edad madura es un ejercicio que da riqueza interna, especial­men­te a las personas de edad.

El esperar que nuestra vida nos sorprenda con con­tenidos nuevos, alentadores, sin nuestra par­ticipa­ción, es casi siempre en vano. De esta ma­nera no sere­mos felices ?sino por el contrario: las discrepancias creadas en nuestro mundo de pensamientos se desplo­ma­rán sobre nosotros, sobre la persona pasiva, que­jumbrosa, en acti­tud de espera, deseando que nosotros les demos más y más vueltas, que les proporcionemos la ener­gía de lamentarse, para que se vayan apo­de­­rando más y más de nosotros y nos puedan ex­traer nuestra energía. Sin embargo, así es como nos entregamos vo­luntariamente a aquellos cuyo afán consiste en arras­trarnos cada vez más pro­fun­damente a la oscuridad de la que nos hemos hecho acreedores. Y esto sería una vida «des­per­diciada», es decir, despilfarrada.

*Jose Vicente Cobo

Vida Universal