Opinión

Las cavernas de la sociedad

Hace seis semanas, La Voz de Lanzarote se hizo eco de una dramática historia: un hombre con un enorme tumor en el cuello estaba viviendo en condiciones infrahumanas en un garaje de Valterra, sin que ninguna institución se hubiera ...


Hace seis semanas, La Voz de Lanzarote se hizo eco de una dramática historia: un hombre con un enorme tumor en el cuello estaba viviendo en condiciones infrahumanas en un garaje de Valterra, sin que ninguna institución se hubiera ...

Hace seis semanas, La Voz de Lanzarote se hizo eco de una dramática historia: un hombre con un enorme tumor en el cuello estaba viviendo en condiciones infrahumanas en un garaje de Valterra, sin que ninguna institución se hubiera preocupado por él. Sólo pedía que le ingresaran en un hospital y que le calmaran el dolor. En los días siguientes a la publicación de esa noticia, recibió visitas de Servicios Sociales y también varias promesas, pero ninguna llegó a cumplirse.

Carlos Zamora logró ingresar en un hospital, sí, pero después de que un amigo le encontrara ya moribundo, entre "excrementos y bichos". Este vecino no quiere quitarle un ápice de desgarro a esta historia. Quiere narrarla tal cual es, con toda su crudeza. Y es que sólo dos personas saben realmente el calvario que pasó Carlos Zamora antes de morir. Dos personas que le acompañaron a médicos, que le llevaron comida, que tocaron a las puertas de Sanidad y que, impotentes, decidieron recurrir a los medios de comunicación en busca de ayuda.

A partir de ahí, visitas, llamadas, justificaciones? El "yo no sabía nada", "me he enterado ahora", "voy a ponerme en el tema?" La Sanidad no pudo curarle ni calmarle el dolor. Los Servicios Sociales no pudieron sacarle de la miseria en la que vivía. Y así le encontraron, moribundo y con una promesa que no llegó a cumplirse. No era su prioridad ni lo que demandaba pero, al menos, le habían asegurado que le iban a trasladar a un piso esa misma semana. No llegó a verlo. Como a muchas de las grandes necesidades, la administración llegó demasiado tarde.

Ahora, las dos personas que sí se preocuparon por él hasta el último momento, quieren que la gente conozca esta historia. Que se den cuenta de la desidia que pueden llegar a mostrar las instituciones ante temas vitales, pero también de los dramas que podemos tener al otro lado de la puerta. Dramas que a veces ni siquiera vemos, y que a veces preferimos ignorar.

Por eso, el papel que han jugado Arturo y Luis resulta aún más meritorio. Y es que en una sociedad cada vez menos acostumbrada a gestos altruistas, parece ejemplar y hasta heroico el papel de dos hombres, uno de ellos de sólo 28 años, que no dieron la espalda a lo que sucedía dentro de ese garaje. Que no miraron para otro lado.

Desgraciadamente, esto no es lo habitual. Lo confirma cada historia desgarradora que de pronto sale a la luz, demostrándonos que a veces ignoramos hasta lo que está a la vuelta de la esquina. Un triste ejemplo, se conocía también esta semana con la operación policial que ha terminado desarticulando una red dedicada al tráfico de mujeres rumanas, que eran explotadas sexualmente en Lanzarote.

Es decir, jóvenes que habían sido traídas desde su país, probablemente mediante engaños, y que aquí eran obligadas a prostituirse, empleando amenazas, coacciones y hasta violencia física, según la policía. Y todo eso, en plena avenida de Puerto del Carmen, en un local con sus carteles anunciadores, que hasta se publicitaba en internet, sin que nadie imaginara o se interesara por los dramas que se podrían estar viviendo allí dentro.

Ni siquiera, lo que es aún peor, los clientes que acudían allí. Los hombres dispuestos a pagar por sexo, sin preocuparse de si la mujer con la que se acostaban estaba siendo obligada a prostituirse, maltratada o sometida a amenazas.

El debate sobre la prostitución sería mucho más extenso, pero en este tema no hablamos de eso. Hablamos del abuso de personas que no son libres, y que estaban siendo retenidas y explotadas ilegalmente, para satisfacer a personas sin ningún tipo de escrúpulo, que hicieron caso omiso o prefirieron no enterarse de lo que estaba sucediendo.

Es un tópico recurrente afirmar que la prostitución es el oficio más viejo del mundo, y quizá lo sea, pero tampoco se puede perder de vista que en el origen del mundo, vivíamos en cavernas. Y en pleno siglo XXI, duele comprobar que el comportamiento de algunos humanos ha evolucionado tan poco, y también que algunas personas, como le sucedía a Carlos Zamora, se ven obligadas a vivir en lugares mucho peores que una caverna.