Opinión

La juventud, la esperanza de Canarias

En estos días del verano más caluroso de nuestras vidas -aunque probablemente más fresco que otros que están por venir-, estaba leyendo a Meryem El Mehdati, una joven canaria, y su maravilloso primer libro, Supersaurio. Explica bien lo que mi generación y algunas más por arriba y por abajo sentimos. “Eres una carga para tu familia, porque el tiempo corre, porque eres la generación más preparada de la historia, peor pagada de la historia, más hipercafeinada de la historia, más insegura, deprimida y acomplejada de la historia". Siempre entre frases demasiado positivas, siempre con expectativas altas por lo que vemos en redes, y siempre siendo juzgadas por adultos, instituciones, medios de comunicación, desde hace siglos, como vagos, soberbias, dadas al disfrute y egoísmo, a quejarnos mucho, a pedir demasiado.

Supongo que todo depende de donde pongamos el demasiado. Demasiado ha sido para las jóvenes, durante años, asumir la precariedad, el desempleo, la necesidad de ayuda psicológica que casi siempre era imposible costearnos. Demasiadas fueron las trabas para desarrollar nuestros proyectos vitales, laborales, artísticos, profesionales. Debatirnos muchas veces entre la inestabilidad, el paro o la pobreza. Vernos abocados a un sistema pensado contra nosotras, que cercenaba sueños. En el que no cabía hablar de innovación, de investigación, de nuestra cultura y nuestra Historia. El mismo sistema que nos impedía cultivar nuestra tierra y cuidarla para nosotras, obligándonos a venderla a quien venía de fuera con la voluntad de comprarla ante la complicidad de los de siempre.

Los años pasaron, y algunas de las que crecimos en este clima difícil, decidimos decir “NO” a la resignación, y empezar a hacer posible otra forma de estar en la vida. Desde lugares y luchas distintas, decidimos empezar a cuidarnos y a construir el futuro que queríamos de la mano.

Algunos desde las artes, otras desde el deporte, desde las escuelas y los hospitales. A algunas nos tocó trabajar desde un ámbito hermoso y complejo a partes iguales: el de las instituciones.

Llegamos a los gobiernos y siempre nos resonaba en la mente el mismo mensaje: queremos unas islas que cuiden a su gente, que cuiden a sus jóvenes. Queremos demostrar que SIEMPRE es posible que las personas estén en el centro, a pesar de las experiencias traumáticas sufridas previamente con quienes siempre encontraban otra prioridad que anteponer. Ya fuese la derecha españolista, ya fuese el nacionalismo conservador que depredó Canarias durante casi 30 años.

Esta semana, en la que celebramos el Día Internacional de la Juventud (en el año Europeo de la Juventud), pienso en el impulso que hemos dado a las oportunidades de las personas jóvenes, ya que tenemos el honor de desarrollar políticas desde la Dirección General de Juventud. Llegando a muchos y muchas jóvenes, con la voluntad de alcanzar cada vez a más. Y sonrío pensando en los proyectos que más me enorgullecen porque los veo crecer, ser ejemplo para el futuro. Porque están protagonizados, coordinados, pensados por la juventud, y la administración es un mero instrumento para hacerlo realidad. Para hacerlo posible.

Hacer políticas de juventud es generar espacios para su participación real. Es formar a nuestra juventud en valores, en Derechos Humanos, en conciencia ambiental. Es luchar para erradicar el negacionismo de algunos jóvenes respecto a la violencia machista. Es dejarles tener un papel de verdad en una democracia que tiene que ser de ellas y ellos. Es escucharles y hacer política con lo que ves y oyes. También con lo que no escuchas. Y valorar sus logros (no solo simbólicamente), así como reconocer las dificultades que tienen, diferentes y similares a la vez, en las 8 islas, en los 88 municipios, en cada pueblo rural, en cada barrio urbano o periferia.

Y así tenemos una Canarias que tiene proyectos de jóvenes investigadores y observadores de cetáceos, que enseñan a otras jóvenes a cuidar nuestra fauna marina y pone en valor nuestra costa. Así tenemos a jóvenes funcionalmente diversos haciendo piña en un huerto ecológico urbano. Y a otras haciendo arte con residuos. También a jóvenes racializadas formando a jóvenes migrantes que llegan en patera. O a personas LGTBIQ+ atendiendo a otras que necesitan asesoramiento, ayuda, compañía. O tenemos musicoterapia con rap para jóvenes con medidas judiciales, una granja ecológica para jóvenes mujeres víctimas de violencia de género y sus menores. Y generamos el encuentro de jóvenes que viven entre la danza, la poesía, la pintura, el dibujo o el teatro.

Ellos y ellas son la esperanza de Canarias: jóvenes que emprenden, se comprometen  con su sociedad, que llevan los Objetivos de Desarrollo Sostenible por bandera y señalan el camino a quienes se olvidan de ellos con demasiada facilidad (¡qué sería de nuestros entornos naturales hoy en día sin la valentía de nuestra juventud, que nunca se ponen de perfil!). Tenemos a deportistas y a activistas siendo referentes: nuestra gente de aquí siendo un faro para nuestras jóvenes, que no necesitan buscar modelos fuera porque su propia tierra los genera y, después de mucho tiempo, empieza a potenciarlos. Tenemos cerquita a arquitectas florales, una experta en salud comunitaria o urbanistas tácticos. Biólogos y apicultores. Fundadores de asociaciones que quieren cambiar las cosas, especialistas en márketing, redes e “influencers”.

Tenemos a lo mejorcito de la informática, de los videojuegos, y el desarrollo tecnológico. Y tenemos cantantes, directores de cine y escritoras reconocidas en lo internacional que crean desde la ultraperiferia. Talento canario a raudales que tan solo necesita una oportunidad para brillar. Supongo que yo tengo la suerte de verles muy de cerca, pero hoy me toca animarles, de corazón, a mirar a nuestras jóvenes y a ponérselos un poco, solo un poco, más fácil.

Estos días fue el juramento de Francia Márquez como nueva vicepresidenta de Colombia. Juró por sus ancestras y ancestros y por el pueblo. Y yo pensaba en su frase como el objetivo de esa juventud que es la esperanza del archipiélago. Somos la esperanza de Canarias y vamos a seguir siéndolo, "hasta que la dignidad se haga costumbre".

Laura Fuentes, directora general de Juventud del Gobierno de Canarias.