La verdad del Decreto 3+2

Jacobo Medina secretario insular PP y vicepresidente del Cabildo de Lanzarote
26 de febrero de 2015 (13:48 CET)

En las últimas semanas la sociedad universitaria se ha hecho eco del  3+2 , eso sí, a través de los colectivos estudiantiles pertenecientes a la izquierda más demagoga y tergiversando el decreto aprobado por el Consejo de Ministros el pasado 30 de enero. Un decreto que intenta equipar la enseñanza universitaria al resto de países de la Unión Europea y que sin lugar a duda beneficia al estudiante universitario español.

Tenemos que remontarnos al año 2007 para darnos cuenta que España tomó una decisión que fragmentaba la movilidad de estudiantes por el resto de Europa. España se adaptó al Plan Bolonia optando por el sistema 4+1 mientras que el resto de Europa optó por el sistema mixto (grados de 3 y 4 años y máster de 1 y 2 años).

En primer lugar cabe desmontar la primera de las falacias sobre el decreto: el Decreto no obliga al estudiante a realizar 3 años de grado más 2 de máster puesto que es absolutamente voluntario decidir si se cursa un máster después de estudiar el grado universitario. Su aplicación no se impone puesto que cada universidad tiene plena autonomía para implantarlo y el estudiante podrá elegir estudiar un grado de 4 años o bien de 3. Incluso con este nuevo sistema se facilitará a los estudiantes españoles la realización de máster en el extranjero con duraciones acordes a los que se imparten en España.

En segundo lugar y no por ello menos importante es la gran ventaja económica del nuevo sistema que trae consigo una rebaja en las tasas académicas, puesto que las familias se ahorrarán hasta 150 millones de euros con la disminución del tiempo para cursar un grado universitario.

Han sido muchas las interferencias políticas que ha ocasionado este tema pero debemos poner los pies en la tierra y la mirada en Europa para darnos cuenta que tenemos que acabar con la tasa de abandono escolar y hacer de los informes PISA nuestros aliados y no nuestros contrincantes.  

Ganamos movilidad, ampliamos la competitividad, ahorramos un año de tasas, logramos acceder más rápido al mercado laboral y en definitiva armamos un sistema universitario flexible, diversificado y en el que todos tenemos cabida. Llegados a este punto cabe afirmar que en esta ocasión 3+2 no son 5.

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