Opinión

¿Dónde está Plácida?

La política en esta isla ya no es lo que era. Eso parece que debe pensar Plácida Guerra cuando los grupos de la oposición, el comité de empresa, los medios de comunicación y hasta su socio de gobierno se empeñan en pedirle ...


La política en esta isla ya no es lo que era. Eso parece que debe pensar Plácida Guerra cuando los grupos de la oposición, el comité de empresa, los medios de comunicación y hasta su socio de gobierno se empeñan en pedirle ...

La política en esta isla ya no es lo que era. Eso parece que debe pensar Plácida Guerra cuando los grupos de la oposición, el comité de empresa, los medios de comunicación y hasta su socio de gobierno se empeñan en pedirle explicaciones sobre la situación de la empresa pública de aguas. Pero por más que el mundo le atosigue, ella no está dispuesta a cambiar sus usos y costumbres. Y aunque cayera un meteorito sobre Inalsa y las desaladoras fueran abducidas por una nave espacial extraterrestre, da la sensación de que no se dignaría a abrir la boca ni a dar ni media explicación de lo sucedido.

Lo que está claro es que una empresa vital para la isla y sufragada con el bolsillo de todos los lanzaroteños vuelve a estar en una situación crítica, hasta el punto de que un administrador judicial podría asumir las riendas. Así lo han denunciado el comité de empresa y los grupos de la oposición, pero Plácida Guerra no ha considerado "oportuno" dar ninguna información al respecto. Ni para desmentirlo, ni para confirmarlo y explicar qué pretenden hacer para evitar que se llegue a esa situación.

Y en la misma línea, tampoco ha abierto la boca después de que los representantes de los trabajadores le acusaran de haber conseguido el poco honroso récord de volver a duplicar la deuda de Inalsa en poco más de un año. Es decir que, según el Comité de Empresa, dejó 23 millones de euros de deuda cuando fue reemplazada en el cargo, recuperó la consejería delegada al iniciode esta legislatura con una deuda que había bajado hasta los 12 millones de euros y, en quince meses, ha "conseguido" que se vuelva a situar en 22 millones. Pero tampoco de eso ha querido hablar Plácida Guerra. Ni siquiera para defender su gestión.

Sin duda, una vez más esta semana ha vuelto a ser uno de los personajes más buscados por los medios de comunicación. Pero, pese a los reiterados intentos de contactar con ella, conseguir declaraciones suyas ha sido más difícil que lograr una exclusiva con Victoria Beckham.

Pero eso sí, con la diferencia de que "la Spice Girl" no tiene por qué rendir cuentas a nadie de lo que gana, de lo que gasta o de con quién anda, y la consejera delegada de una empresa pública sí debería estar obligada a responder ante la sociedad que le puso donde está y que, además, es la que paga los platos rotos cuando la gestión política va dejando agujeros económicos en las instituciones.

Lo único que han recibido los medios de comunicación de Plácida Guerra o de su gabinete de prensa, más allá de la notificación oficial de que no va a hacer declaraciones, es una nota de prensa en la que, con retraso, hacían pública la subida de tarifas ratificada por el Consorcio de Aguas. Aunque eso sí, apostillando en el mismo título que la subida de tarifas "premia los bajos consumos". A partir de ahí, un baile de valoraciones, datos sueltos y ejemplos puntuales que no llegaban a aclarar qué porcentaje de subida afectará a cada uno de los distintos tramos de consumo. Y en definitiva, lo concreto es que cuando lleguen las nuevas facturas, el "premio" no va a ser precisamente una rebaja, sino quedarse igual para los pocos usuarios que tienen un consumo por debajo de 10 metros cúbicos, y una subida para la inmensa mayoría de las familias, que igual se dan por satisfechas con el "premio" de pensar que al vecino, que tiene cinco hijos y consume más, le sale más caro todavía cada metro cúbico.

Aunque de esto, obviamente, Plácida Guerra tampoco ha hecho declaraciones. Algo que a estas alturas no sorprende demasiado, dado que ha evitado hasta los debates que ella misma convocaba, como el que se organizó a instancias de la gerencia de Inalsa para hacer un debate público con CC y PP sobre el polémico Plan de Viabilidad, y al que a última hora no acudió, dejando en manos de Fabián Martín y Manuel Cabrera la defensa de los proyectos para la empresa que ella gestiona.

Y a estas alturas, lo único que realmente uno se pregunta es si en la gestión de la empresa también enmudece o deja la voz a otros. Si también guarda silencio o está ilocalizable cuando debe hacer frente a un problema. En definitiva, si simplemente no da explicaciones de su gestión o si el problema es más de fondo y, al menos por su parte, no hay gestión.