Opinión

Carlos y Nazareth

Por Manuel García Hace pocos días aparecía la noticia de una pareja de Gran Canaria que estaba a punto de ser desahuciada. En los tiempos que corren, nada de extrañar. Aunque de un caso no podemos sacar consecuencias generales, sí es un claro ...

Por Manuel García
Hace pocos días aparecía la noticia de una pareja de Gran Canaria que estaba a punto de ser desahuciada. En los tiempos que corren, nada de extrañar. Aunque de un caso no podemos sacar consecuencias generales, sí es un claro ...

Hace pocos días aparecía la noticia de una pareja de Gran Canaria que estaba a punto de ser desahuciada. En los tiempos que corren, nada de extrañar. Aunque de un caso no podemos sacar consecuencias generales, sí es un claro síntoma de ciertas cosas que, sin despertar sospechas, han estado ocurriendo a nuestro alrededor y que merecen ser denunciadas.

Ambos son informáticos. Ambos están en paro. Su deuda con el banco asciende a 150.000 euros y por más que han intentado negociar con éste la dación en pago, la entidad se sigue mostrando inflexible. "Hoy por mí mañana por ti", con este lema apelan a la solidaridad de la gente para, mediante un sorteo, intentar recaudar el dinero que no les llega por otra vía.

Cuando la burbuja inmobiliaria subía y los bancos se frotaban las manos, muchos jóvenes se fueron al mercado laboral a obtener dinero rápido. Otros, decidieron seguir formándose. La decisión adoptada en cada caso, en el fondo, parecía segura porque, si no, los políticos, que para eso les pagamos con nuestros impuestos, ya harían sonar las alarmas con antelación. No dijeron nada. Los bancos sabían que mientras no cambiara la Ley Hipotecaria, también tendrían cosecha en los tiempos de crisis. Además, como el Gobierno no diversificaba la economía, haciéndola recaer fuertemente en el ladrillo y despreciando la industria, seguían con su sonrisa de Mona Lisa.

Mientras que el Gobierno y la UE se han esmerado en un plan de rescate a las entidades bancarias, éstas no tienen ningún gesto misericordioso con los ciudadanos más desesperados. Incluso, y lo saben, contribuyen aún a mantener un precio artificial de las viviendas en torno a un 35% superior al que debieran.

La lectura es clara. La clase política ya se ha equivocado bochornosamente una vez en la defensa de la sociedad. Hay que lanzar un mensaje inequívoco de que, o se pone sobre la mesa la dación en pago y una economía diversificada que no desprecie la formación, o nuestro voto no irá para ellos. No es momento para la crítica fácil, más bien de una denuncia objetiva y constructiva. Un nuevo cambio en la Ley Hipotecaria, haría recobrar la confianza en las instituciones y daría repuesta a muchos casos dramáticos que, como Carlos y Nazareth, obraron sin darse cuenta que otros les estaban llevando al abismo.