Opinión

Bienvenidos a Irak

Cuatro toldos, unos carteles en árabe, un poco más de arena en algunas calles y? voilà: en plena ciudad de Arrecife aparece un escenario de guerra de cualquier ciudad de Oriente Medio. ¿La magia del cine? Quizá, en parte. ...


Cuatro toldos, unos carteles en árabe, un poco más de arena en algunas calles y? voilà: en plena ciudad de Arrecife aparece un escenario de guerra de cualquier ciudad de Oriente Medio. ¿La magia del cine? Quizá, en parte. ...

Cuatro toldos, unos carteles en árabe, un poco más de arena en algunas calles y? voilà: en plena ciudad de Arrecife aparece un escenario de guerra de cualquier ciudad de Oriente Medio. ¿La magia del cine? Quizá, en parte. Pero obviamente, los responsables de la película "Invasor" sabían a dónde venían cuando eligieron la capital de Lanzarote para rodar las escenas que, en el guión original, estaban pensadas para el contexto de la guerra de Irak

Al final, según han explicado a La Voz desde la productora, en la película no se pondrá nombre al país. Será cualquier ciudad árabe, sin especificar, en pleno conflicto. Apenas serán unos segundos dentro de la película, que en realidad se desarrollará en Galicia, donde regresa el protagonista tras sufrir un atentando cuando participaba en una misión internacional.

En la película, Galicia será Galicia, pero Arrecife podría ser Irak, Afganistán o cualquier otro país semiderruido. ¿Casualidad? Sin duda, no. Más bien, el fruto de años, e incluso décadas, de abandono. Sería una lástima que se desaprovecharan y sirvieran sólo para indignación de los vecinos, así que al menos habrá que celebrar que el séptimo arte ha conseguido inmortalizarlos y sacarles partido.

Otras islas tendrán auditorios y tranvías, pero pocas ciudades de España podrán jactarse de no necesitar apenas retoques para convertirse en un auténtico escenario de guerra. Y ante eso cabe ofenderse con la productora, cargar contra el Ayuntamiento por permitir el rodaje y hasta pensar que hay una conspiración para hundir la imagen de la isla. Pero también cabe una visión mucho más pragmática: echarse unas risas viendo lo fácil que es hacer pasar Arrecife por una ciudad árabe en pleno conflicto bélico, con sus edificios semiderrumbados, sus hierros retorcidos, sus solares abandonados y llenos de tierra y sus coches abandonados y destrozados como si hubieran sufrido una explosión, y sobre todo aprender la lección.

Desde luego la película no va a aportar precisamente promoción turística a la isla pero, además del dinero que puedan dejar estos pocos días de rodaje, también tendrían que sacarse otras conclusiones prácticas. Y la más importante es que no podemos molestarnos porque se refleje lo que tenemos. En todo caso, tenemos que luchar por cambiarlo.

La mayoría de los espectadores que vean en su momento "Invasor" ni siquiera van a saber que un minuto de la película se rodó en Lanzarote. Eso sí es la magia del cine. Y tampoco podemos rasgarnos las vestiduras porque se elija una localización para un film que, por cierto, por los antecedentes del último rodado por la productora, Celda 211, podría ser un nuevo peliculón del cine español, o al menos un éxito de taquilla.

El cine hace su trabajo, al igual que en tantas profesiones, incluido el periodismo, hacen el suyo. Y ni se puede evitar que un programa de televisión venga a Canarias, como ya sucedió en Maspalomas, a mostrar la peor cara de una playa, ni se puede pretender que medios y cineastas del mundo vengan a Lanzarote a mostrar sólo lo que a nosotros nos interesa mostrar.

Enfadarse por la imagen que se transmite de la isla no es más que un síntoma de los complejos que se pueden arrastrar. Cualquiera, tanto dentro como especialmente fuera de Lanzarote, tiene claro que esta isla es mucho más que el abandono de algunas de sus calles. De hecho, probablemente eso en la Península ni se conozca, ni vaya a conocerse tampoco ahora, y la imagen que sigan teniendo de Lanzarote es la de una isla bendecida por el clima y por la naturaleza, cargada de preciosas playas y paisajes.

Sin embargo, eso no quita para que, al mismo tiempo, un periódico nacional pueda comparar a Lanzarote con Marbella, por los escándalos de corrupción urbanística, ni que un cineasta haya puesto sus ojos en varias calles de Arrecife por su parecido con un escenario bélico iraquí. Desgraciadamente, es lo que hay. Y si en lugar de plantarles cara y resolverlos, uno esconde los complejos debajo de la alfombra, lo único que conseguirá es aumentar el problema.