Canarias

El 10% de los estudiantes canarios afirma que aprendió a nadar tras recibir un empujón por la espalda

Así se extrae de un sondeo realizado por la plataforma de prevención de ahogamientos 'Canarias, 1500 km de costa' a casi 8.000 jóvenes del archipiélago

Imagen cedida por 'Canarias, 1500 km de costa' a Europa Press

Un 10% de los estudiantes canarios, la mayoría varones, afirma haber aprendido a nadar cuando tenía entre 6 y 12 años después de recibir un empujón por la espalda de manera inesperada por parte de algún familiar o allegado, lo que, señalan los jóvenes, les provocó distintos grados de hidrofobia o talasofobia.

Así se extrae de un sondeo realizado por la plataforma de prevención de ahogamientos 'Canarias, 1500 km de costa' a casi 8.000 estudiantes de todo el archipiélago, desde las etapas de Primaria a Bachillerato y FP.

La mayoría de estos chicos recuerda esa escena como una experiencia negativa que les provocó aversión al agua, siendo en muchos el empujón de los casos estando al borde de la zona profunda de una piscina.

Asimismo, también hubo testimonios de estudiantes que fueron lanzados por padres, abuelos o hermanos mayores desde una embarcación o un elemento flotante al mar en puntos donde no hacían pie.

'Canarias, 1500 km de Costa' ha resaltado el testimonio de un chico que tiene 15 años en la actualidad, que relató durante una charla del periodista y experto divulgador en la prevención de ahogamientos, Sebastián Quintana, que "estaba muy relajado de pie, junto al borde de una piscina, viendo cómo nadaban otras personas, instante en que me empujaron con fuerza por la espalda y caí al agua por la zona más profunda de la piscina. Tenía seis años de edad".

"En ese instante -continuó- sentí pánico, terror. No sabía nadar ni siquiera flotar y me fui al fondo. Sentí que me moría. Fue mi abuelo quien se lanzó a rescatarme. Lo peor de todo es que había sido él mismo, mi abuelo, quien me había propinado ese empujón que ha cambiado mi vida".

Por su parte, el chico fue víctima de un shock y posterior trastorno de estrés postraumático que le ha provocado una talasofobia (miedo al mar o al océano, y, por extensión, miedo al agua), según le han diagnosticado profesionales de la psicología.

 

"Una verdadera brutalidad"

Ante estos testimonios, Quintana ha apuntado que "tratar de enseñar a nadar a un niño tirándolo al agua de forma sorpresiva es una verdadera brutalidad".

"Los efectos y secuelas psicológicas en el menor no solo influirán en su miedo atroz al agua, sino que provocarán alteraciones graves en su comportamiento que, de seguro, estarán activas durante toda su vida", ha señalado. 

El experto tiene la convicción de que esta forma violenta de enseñar a nadar a un hijo es una práctica extendida por toda España y por el mundo, pero que suele quedar solapada como una simple anécdota más de la infancia, sin mayor trascendencia.