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Una lucha contra el cáncer y contra los retrasos en las pruebas: “Vivo con una espada de Damocles encima”

Amelia denuncia que tardaron dos meses y medio en diagnosticarle la enfermedad y otros dos más en hacerle un PET TAC, lo que agravó su estado. Ahora, se enfrenta a nuevos retrasos en las pruebas de control

Amelia, con las reclamaciones que ha presentado ante el Servicio Canario de Salud

Amelia lleva casi dos años luchando contra el cáncer, pero también contra el Servicio Canario de Salud, por el retraso en pruebas que pueden ser de vida o muerte. Lo sufrió cuando esperaba el diagnóstico de su enfermedad, lo que agravó su estado, y lo vuelve a sufrir ahora, con los controles de revisión.

“Es como vivir con una espada de Damocles encima de la cabeza. Cada tres meses, no sabes si habrá avanzado, si se habrá reproducido… Y si lo retrasan, juegan con el tiempo de reacción, que es importantísimo”, denuncia, señalando que ha decidido levantar la voz por ella, “pero también por todos los pacientes”.

Además de hacer público su caso, Amelia también ha presentado una nueva reclamación ante la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias. “Soy paciente oncológica en tratamiento desde hace 21 meses y cada tres meses se solicita un TAC de control por parte del servicio de Oncología. Hace exactamente 42 días que fue solicitado el mío, sin que hasta la fecha se me haya dado cita, por lo que llevan un retraso considerable. Los TAC de control son vitales para los pacientes oncológicos. Literalmente vitales. ¡Es imperdonable que esto ocurra de nuevo!”, señala en su escrito, registrado el pasado 22 de septiembre.

Según explica, la respuesta que le habían dado en el Hospital es que en agosto “se ha formado una acumulación por las vacaciones”, pero su respuesta es rotunda: “El cáncer no se toma vacaciones”. Este jueves, la espera que acumula ya desde que se solicitó la prueba es de 49 días.

 

Meses de espera y detectado en grado tres

Para Amelia, el calvario comenzó durante la pandemia. “En esa época mucha gente llegó a fallecer porque las pruebas diagnósticas no se hacían o se hacían con cuentagotas”, sostiene. En su caso, afirma que implicó que se agravara su enfermedad, que fue detectada ya en grado tres.

Según explica, desde que su neumólogo “sospechó y vio algo en una radiografía” hasta que le hicieron el primer TAC pasaron “dos meses y medio”. Ahí le dieron el diagnóstico, cáncer de pulmón, pero necesitaba una prueba complementaria en Gran Canaria, un PET TAC, que siguió alargando la espera.

“Fue cuando ocurrió lo de Filomena, que no llegaban vuelos de Madrid, y decían que no llegaba el material que necesitaban”. Esa borrasca afectó a la Península unos 6 días, en enero de 2022, pero su prueba afirma que tardó dos meses más en llegar.

Durante ese tiempo empezó a recibir ya tratamiento, aunque lamenta que no con la precisión que hubiera aportado la prueba complementaria. “Me habían puesto un tratamiento a ciegas, para evitar que se extendiera más. No sabían el alcance de la enfermedad, porque me faltaba esa prueba”, relata.

Después, afirma que eso ha tenido consecuencias. “El tratamiento funcionó, pero no lo erradicó. Y con el tratamiento indicado se hubiera erradicado”, sostiene. Concretamente, señala que cuando llegó el diagnóstico completo, le dijeron que tendría que haber recibido radioterapia y quimioterapia desde el principio. Sin embargo, la primera quimio que le aplilcaron impidió que recibiera después la radio.

“Ahora estoy condenada a recibir quimioterapia para poder sobrevivir”, cuestiona, señalando que lleva recibiéndola desde hace casi 19 meses, “cuando se podía haber erradicado desde un principio”.

En cualquier caso, celebra que el cáncer está “en remisión”, aunque siempre con el miedo a que vuelva a aparecer. De ahí la importancia de los controles periódicos, en los que denuncia que es la propia Sanidad quien no cumple los plazos estipulados por los profesionales sanitarios.