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El éxodo de la crisis en Lanzarote: un “conejero” con acento italiano que regresa con “su otra familia”

​“Jamás pensé que me fuera a ir de esta isla”, afirma mientras sueña con poder regresar

Gio, en uno de sus rincones de Playa Honda

A principios del año 2006 llegó a Lanzarote y terminó convirtiendo esta isla en su hogar. Catorce años después, en marzo de 2020, su empresa le comunicó el mismo mensaje que escucharon entonces miles de trabajadores en Lanzarote y cientos de miles en toda España. Unas siglas que han marcado el último año: ERTE.

Gio, como lo conocen sus amigos, trabajaba en el sector turístico y lleva un año sujeto a un Expediente de Regulación Temporal de Empleo. Un ERTE que ha permitido subsistir a mucha gente, pero que no alcanza. Cuando un mileurista pasa a cobrar el 70% de su sueldo, los números no cierran. Y la vida tampoco. Y la familia tira.

“Jamás pensé que me fuera a ir de esta isla”, confiesa mientras prepara su marcha. No es fácil. Década y media se resume en mucho más que las cajas que hoy va repartiendo en las casas de sus amigos, confiando en poder volver pronto para recogerlas.

“Son mi otra familia”, confiesa al hablar de sus amigos. Como dice el dicho, “el animal no es de donde nace, sino de donde pace”. Y él llevaba mucho tiempo echando raíces en la isla. Incluso sueña con volver cuando la situación mejore.

La de este italiano con alma conejera es la historia de muchas otras personas que están teniendo que dejar la isla. A él, en La Voz de Lanzarote -a la que se unió por lazos de amistad desde que puso un pie en esta tierra- se le echará especialmente de menos. En las periodistas de esta casa, y en casi todas las compañeras y compañeros que han pasado por La Voz durante estos años, también deja parte de su familia.