Política

Una muerte "anunciada"

El pasado 2 de febrero, un vecino de Arrecife alertaba del hallazgo de una mujer muerta en el centro de la ciudad. Era Angélica, una mujer de origen magrebí y de 44 años de edad, cuyo cuerpo sin vida fue ...

Una muerte "anunciada"

El pasado 2 de febrero, un vecino de Arrecife alertaba del hallazgo de una mujer muerta en el centro de la ciudad. Era Angélica, una mujer de origen magrebí y de 44 años de edad, cuyo cuerpo sin vida fue hallado en una casa terrera abandonada, que habitualmente utilizan los drogodependientes como "fumaderos", en la zona próxima a las Cuatro Esquinas, en el Charco de San Ginés.

Fuentes policiales indicaban, según las primeras investigaciones, que su muerte se debió a una sobredosis, pero no se ha podido conocer nada más sobre la causa de su fallecimiento. Lo único, que no había signos de violencia y que, por tanto, se trató de "una muerte natural". Todos los que conocía a Angélica coinciden en señalar que era "una muerte anunciada". Y es que, tanto personas habituales de la zona como representantes de asociaciones en las que Angélica fue atendida, aseguran que estaba "muy enferma".

Según cuenta Sor Ana, que la recibió en numerosas ocasiones en su asociación, Angélica era una persona "muy buena y culta". El problema, añade Sor Ana, es que "cayó en el mundo de las drogas" y, al final, "no tenía ganas de vivir". "No tenía ilusión por nada. Estaba desencantada de la vida", relata la presidenta de Calor y Café, quien asegura que ha sentido "mucha pena" por su muerte.

Muy enferma

En todo ello coincide el presidente de Cáritas, Eduardo Barreto, que cuenta que Angélica estuvo un buen tiempo en la Casa de Acogida de la asociación. Una casa que Angélica acabó abandonado "por su propia voluntad". "No quería vivir y por eso se acabó marchando de aquí. No se la podía obligar a quedarse", señala Barreto.

Tanto Eduardo como Sor Ana afirman que Angélica tenía "graves problemas de salud". "Fueron numerosas las ocasiones en las que se la tuvo que llevar al Hospital. Tenía una enfermedad extrema. Estaba muy mal de los pulmones. La tuvimos que llevar varias veces y siempre teníamos que estar siempre ahí porque si no pedía el alta voluntaria",cuenta Barreto. "No podía dar dos pasos sin que la falta el aire", afirma por su parte Sor Ana.

Algunas de las personas habituales en el Charco de San Ginés recuerdan a Angélica como "una persona muy callada", aunque "muy querida por todos". Eso sí, afirman, que "apenas comía" y que su salud "no era muy buena". "Finalmente le llegó su hora", dice uno de ellos, que también lamenta la muerte de Angélica.