Ocio / Cultura

El XIII certamen de microrrelatos de Radio Lanzarote se cierra con casi doscientas historias

El veredicto del jurado se dará a conocer a finales de septiembre

T.A.

Concurso de Microrrelatos de Radio Lanzarote

El concurso de microrrelatos de Radio Lanzarote-Onda Cero se ha cerrado con casi doscientas de historias que se han recibido en esta XIII edición que rinde homenaje al escritor canario Alexis Ravelo.

Del fallo del certamen, que se hará público a finales de septiembre, se encargará un jurado formado por periodistas de Radio Lanzarote-Onda Cero y La Voz de Lanzarote, que elegirán tres relatos ganadores y siete finalistas. El concurso cuenta con el patrocinio de los Centros de Arte, Cultura y Turismo del Cabildo de Lanzarote. 

El ganador del primer premio conseguirá una cena para dos personas en el restaurante del Castillo de San José, mientras que el segundo premio es una de las experiencias insólitas para dos personas de los Centros de Arte, Cultura y Turismo del Cabildo de Lanzarote. Por último, el tercer premio es una comida para dos personas en el restaurante del Monumento al Campesino. Todos los premios son para personas adultas.

Un personaje pierde a su autor,

Eladio Monroy entró, como casi siempre, a las doce, en el bar Casablanca. Pidió un cortado y se sentó a leer el periódico. En la portada estaba la noticia: Ha muerto a los 51 años el escritor Alexis Ravelo...

Leyó dos veces la noticia. ¡Puñetero corazón! que no aguanta una dieta a base de luz azul ni tiene en cuenta el ejercicio diario con los dedos de las manos y te castiga cada cigarrillo clandestino a la hora de visitar el water.

Sacudió la cabeza, hizo un gesto al camarero que hablaba con una mujer en la barra.

El camarero miró el periódico y le preguntó si le conocía. Eladio asintió.

- Qué casualidad esa mujer también le conocía.

- Ah sí, y quién es

- Celia Andrade

Eladio y Celia se miraron, se sonrieron, son personajes sin autor.

Un personaje pierde a su autor,

Un personaje pierde a su autor,

Monroy mantuvo un severo deseo disciplinante, pellizcándose el antebrazo y maldiciendo que no era menester nota alguna del típica plumilla de rotativo si no era con su consentimiento.

-Estas cosas se avisan -pensó.

Se dispuso, bajo la inmediatez de lo urgente, a hacer lectura del suceso, cerciorándose de que no tenía ningún interés en seguir leyendo y que prefería la invocación espontánea, sin apellidos, y dando al nombre que le gestó lo que merecía:

¡Loa y oda, ínclito y cabrón Alexis R.!

Tras ingerir el último decilitro del cortado, bajo palio, venteó un eructo atronador a la salud del finado.

“Un personaje pierde a su autor”

“Eladio Monroy entró, como casi siempre, a las doce, en el bar Casablanca. Pidió un cortado y se sentó a leer el periódico. En la portada estaba la noticia: Ha muerto a los 51 años el escritor Alexis Ravelo...”

El cortado, ya está frío, en su taza rayada, manoseada. Ahora tengo que dar conferencias y defenderme solo. Alexis es mi voz. Antes pensaba como personaje. Hasta le tendía trampas, en el medio del párrafo, burlarme de mi creador. “Se busca asesinatos, robos, corruptos para escribir una novela” Ahora, huérfano de mi cronista, no ojeo escritores que se hagan cargo, pocos o muchos, que me describan subiendo las cuestas. Continuo en las calles jubilado, atento, para resolver entuertos. Termino el café y cierro el periódico y voy a otra página. Ten cuidado de mí, vivo desde la primera línea.

“Un personaje pierde a su autor”

 

“Eladio Monroy entró, como casi siempre, a las doce, en el bar Casablanca. Pidió un cortado y se sentó a leer el periódico. En la portada estaba la noticia: Ha muerto a los 51 años el escritor Alexis Ravelo…”

Cierro el periódico, me encuentro inconcluso, sin escribir el próximo paso. Desnudo y buscado su voz en la mía. Leo la noticia en blanco y negro y tu foto. Me doy cuenta de que yo, Eladio Monroy, tengo vida para rato y más. Quiero jugar a las escondidas y encontrarte, Alexis, diría Vallejo.

“Un personaje pierde a su autor”

“Eladio Monroy entró, como casi siempre, a las doce, en el bar Casablanca. Pidió un cortado y se sentó a leer el periódico. En la portada estaba la noticia: Ha muerto a los 51 años el escritor Alexis Ravelo…”

Fue entonces cuando por la puerta apareció él mismo. Esa versión de él, marcada por el paso del tiempo, parecía abatida, derrotada.

Era él en unos años, si pudiera envejecer.

Éste se sentó a su lado y, con lágrimas en los ojos, le tomó de la mano.

– Ha muerto.

Por un momento, Eladio no supo cómo reaccionar, pero cuando entendió lo ocurrido, preguntó:

– Y, ¿qué pasa con nosotros?

El Eladio más sabio sonrió.

– “Tú nunca morirás, porque escribiré sobre ti”, eso dijo mi amor cuando te creó a ti. Yo me iré con él, pero tú seguirás aquí.

 

 “Un personaje pierde a su autor”

 

“Eladio Monroy entró, como casi siempre, a las doce, en el bar Casablanca. Pidió un cortado y se sentó a leer el periódico. En la portada estaba la noticia: Ha muerto a los 51 años el escritor Alexis Ravelo…”

Mientras abre el periódico su cabeza vuelve a desconectar y solo piensa en la joven de ojos pardos y melena morena que con su presencia le hace creer en el amor, volver a recuperar lo que el tiempo borro y el alma sufre es lo que él necesita ,ya que la vida le negó ser feliz con la persona que él creía que nunca le fallaría.

La pena y tristeza que sentía fue algo que jamás pudo explicar con palabras ,pero se veía en sus actos el dolor y la rabia que ni el tiempo a pudo eliminar.

 

“Un personaje pierde a su autor”

“Eladio Monroy entró, como casi siempre, a las doce, en el bar Casablanca. Pidió un cortado y se sentó a leer el periódico. En la portada estaba la noticia: Ha muerto a los 51 años el escritor Alexis Ravelo…”

Todo parecía dispuesto como de costumbre; sin embargo, reparó en el detalle inesperado de una brizna de luz iridiscente, reflejada en la esquina de la mesa.

Semejaba un arco iris del que brotaran efluvios de vapor lumínico. Hacia calor fuera. No supo por qué; pero imaginó un Sol ardiente que consumía la Tierra a lametazos. Un sudor contradictorio brotó de su rostro. Quizás aquello fuese el flash solar del que habla el esoterismo.

Se ajustó las gafas y miró de frente al Astro Rey. Dios no juega a los dados, pensó al tiempo que un relámpago amarillo quebraba su corazón.

“Un personaje pierde a su autor”

“Eladio Monroy entró, como casi siempre, a las doce, en el bar Casablanca. Pidió un cortado y se sentó a leer el periódico. En la portada estaba la noticia: Ha muerto a los 51 años el escritor Alexis Ravelo…”

Sintió cómo el mundo se hundía bajo sus pies, pues su vida, sus historias, antes ancladas en aquella sombra real y tangible, ahora eran seducidas por la incoherencia. Por la imaginaria. Sin la mirada cotidiana de su creador, ¿cómo sabría entonces qué era real y que no? ¿los girasoles miran hacia el sol o tratan de ocultarse de él? ¿A qué huele la hierba? ¿Tal vez a salado? Y el silencio, ¿cómo suena?

Ahora era libre, pero su libertad era amarga. Desconocida. Distinta. Pues había dejado a un lado el amparo de la pluma y la tinta.

Un personaje pierde a su autor.

Eladio Monroy entró, como casi siempre, a las doce, en el bar Casablanca. Pidió un

cortado y se sentó a leer el periódico. En la portada estaba la noticia: Ha muerto a

los 51 años el escritor Alexis Ravelo...

Y, finalmente, intuyó su cometido. Sintió alivio, pero también pesar, pues sus historias solo era un espejismo de la realidad. Su realidad. habían sido concebidas con tanta sutileza, y estaban plagadas de tantos giros, humor y violencia, que a pesar de sentir dolor, quienes se adentran en su vida hallan ese deleite irónico en el modo en el que está contada, y ese deleite supera el desconsuelo.

No había mejor ofrenda que el legado impuesto por Alexis en el laberinto de tinta y nervio que había creado para él, pues toda historia es tan solo un incesante volver a empezar.

Un personaje pierde a su autor.

Eladio Monroy entró, como casi siempre, a las doce, en el bar Casablanca. Pidió un cortado y se sentó a leer el periódico. En la portada estaba la noticia: Ha muerto a los 51 años el escritor Alexis Ravelo...

Comprendió, en aquel instante, que el desconsuelo, cuando llega, inunda el corazón hasta casi quebrarlo. Desde su mundo de papel y tinta, había visto como Alexis trazaba en su vida tímidas pinceladas de astucia, perplejidad y grandes dosis de bravuconería y humor.

Nada mal para un alter ego escéptico que está harto de implicarse. Y así veló por Alexis, con la certeza de que nada le pasaría, pues este le había enseñado a caminar para no tropezar, a sanar antes de enfermar y a vivir en las páginas para no morir jamás en la mente de los demás.

Un personaje pierde a su autor.

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Mientras saboreaba su cortado, Eladio reflexionó sobre la fugacidad de la vida y cómo la muerte podía llevarse a aquellos que habían dejado una huella en el mundo a través de sus obras. Era un recordatorio de que, en medio de la rutina, el mundo seguía girando, y a veces, noticias impactantes como esta podían interrumpir el flujo tranquilo de la vida.

Terminada su bebida y la lectura del artículo, Eladio cerró el periódico con respeto y gratitud hacia el escritor que había perdido. Luego, dejó el bar con una sensación de melancolía, llevando consigo el recuerdo de Alexis Ravelo.

Un personaje pierde a su autor.

Eladio Monroy entró, como casi siempre, a las doce, en el bar Casablanca. Pidió un cortado y se sentó a leer el periódico. En la portada estaba la noticia: Ha muerto a los 51 años el escritor Alexis Ravelo...

Eladio dejó la taza de café a un lado y sus ojos se posaron en las palabras que hablaban de la partida de un autor cuyas historias habían dejado una profunda impresión en su alma lectora. Recordó las noches en vela, devorando las páginas de las novelas de Ravelo, sumergiéndose en los oscuros callejones de sus tramas. Su prosa cruda y realista había revelado los rincones más oscuros de la sociedad canaria, mostrando la belleza y la decadencia de una forma que solo un verdadero maestro podía lograr. Eladio no pudo evitar sentir una punzada de melancolía.

Un personaje pierde a su autor

Eladio Monroy entró, como casi siempre, a las doce, en el bar Casablanca. Pidió un cortado y se sentó a leer el periódico. En la portada estaba la noticia: Ha muerto a los 51 años el escritor Alexis Ravelo...

…el sorbo de café estuvo a punto de atragantársele. Siempre soy el último en enterarme, pensó. Ahora, ¿cuál va a ser mi futuro?, qué putada morirse tan joven, vaya mierda de vida, ¿qué haré ahora? Vaya ironía este último título donde me encuentro. Mientras hacía estas reflexiones, empezó a marearse, la cafetería fue desapareciendo poco a poco, después su mesa, su café y el propio periódico; de pronto se vio solo, encima de una página en blanco, y también su nombre fue perdiendo letras Eladio Mon, Eladio M, Eladio, El… hasta desaparecer, como su creador. No habrá mañana.

Un personaje pierde a su autor

Eladio Monroy entró, como casi siempre, a las doce, en el bar Casablanca. Pidió un cortado y se sentó a leer el periódico. En la portada estaba la noticia: Ha muerto a los 51 años el escritor Alexis Ravelo...

Si no hubiera mañana este sería el peor de los tiempos: solo queda morir despacio. Pero aunque los tipos duros no leen poesía, sí leen novela negra, y si Philip Marlowe, Hercule Poirot o Pepe Carvalho no habían sido olvidados, Eladio también perduraría por siempre. Y, ligado a él, Alexis. Porque solo los muertos tienen el poder de arraigar tanto en los recuerdos que vuelven a nacer. Ya había habido cuatro funerales para Eladio Monroy, pero en este tampoco iban a enterrar las palabras.

Aparta el café y el periódico.

— Una Tropical. Se me ha muerto el autor que inventé.

Un personaje pierde a su autor

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Bajó la cabeza y se tapó el rostro con las manos, allí todos lo interpretaron como un gesto de profunda tristeza, incluso se apenaron por él, pero en realidad no era más que puro teatro, una pantomima para que nadie se percatase de su malvada sonrisa de felicidad. ”Tranquilo Eladio” -se dijo a sí mismo- “estos pobres ignorantes son incapaces de sospechar que tú lo mataste y con lo que te costó organizarlo todo, no lo eches ahora a perder”.

Se levantó y salió cabizbajo, sin despedirse siquiera, en busca de otro inocente escritor...

Siempre el personaje sobrevive al autor.

Un personaje pierde a su autor

Eladio Monroy entró, como casi siempre, a las doce, en el bar Casablanca. Pidió un cortado y se sentó a leer el periódico. En la portada estaba la noticia: Ha muerto a los 51 años el escritor Alexis Ravelo...

No llevaba más de quince minutos, cuando apareció ella, y se sentó a su lado.

Era bonita y frágil, sus cabellos eran rubio deslucido y sus ojos azules estaban enmarcados entre rime churreteado. La observaba por el espejo que tenía enfrente, tenía un aire de pájaro roto. Retomó su lectura, la siguiente noticia hablaba, que una mujer rubia había asesinado a un habitual del bar Casablanca. Eladio se estremeció cuando vio su foto.

Un personaje pierde a su autor

Eladio Monroy entró, como casi siempre, a las doce, en el bar Casablanca. Pidió un cortado y se sentó a leer el periódico. En la portada estaba la noticia: Ha muerto a los 51 años el escritor Alexis Ravelo…

Quedó devastado ante semejante desgracia, tanto que su existencia comenzó a desvanecerse allí mismo. Eladio Monroy cerró sus ojos durante unos segundos y pudo verse en la marina mercante. Vio las hojas de los libros descatalogados que solía llevar consigo mismo y la primera vez que probó la cerveza Tropical. Incluso revivió los líos en los que se metía y cómo salía de ellos a hostia limpia.Tras estos segundos, su existencia se desvaneció por completo. Desapareció inmensamente feliz y sintiendo infinita gratitud por cada instante de la indeleble vida que le había permitido su padre y creador: Alexis Ravelo.

Un personaje pierde a su autor

Eladio Monroy entró, como casi siempre, a las doce, en el bar Casablanca. Pidió un cortado y se sentó a leer el periódico. En la portada estaba la noticia: Ha muerto a los 51 años el escritor Alexis Ravelo…

¡Qué putada!, gritó. ¡Mi creador ha muerto! Después continuó hablando solo.

“Los creadores de vida, aunque estas sean de papel, no deberían morirse.

Es una desgracia. Sin embargo, no todo está perdido, pues sé que ha dejado un archivo con la séptima entrega: La muerte de Monroy. ¡Puñetera premonición!

En cualquier caso, yo, Eladio Monroy, no tengo miedo. Estoy acostumbrado a morir y renacer continuamente; tengo ya seis vidas, y cuando alguien lee alguno de los libros donde estoy en letargo, vuelvo a revivir. Los personajes de papel nunca mueren del todo. Y sus creadores tampoco. Alexis siempre vivirá”.

Un personaje pierde a su autor

Eladio Monroy entró, como casi siempre, a las doce, en el bar Casablanca. Pidió un cortado y se sentó a leer el periódico. En la portada estaba la noticia: Ha muerto a los 51 años el escritor Alexis Ravelo…

Un sentimiento de orfandad se derramó sobre Eladio Monroy. El personaje, nuestro personaje, deslizó la mano por su cabeza rapada, hasta detenerse en el chirlo de la mejilla. En ese momento se percató de la extraña quietud del bar: los clientes, subrepticiamente, habían desaparecido, y un silencio espeso campaba en derredor. Sólo la cafetera siseaba por la espita, goteando un café que habría de ser el suyo. Y entonces, Eladio Monroy, mirando con descaro a través del texto que lees, dijo: “Los personajes como yo nunca mueren, mientras que alguien como tú los evoque”.

Un personaje pierde a su autor

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El sorbo de café atrapado en su boca lo atragantó como si no hubiera mañana. El peor de los tiempos llegó con aquel luctuoso suceso.

Se fue a casa. Guardó seis libros en una maleta mientras hablaba en soledad.

-No podías morir despacio, ¿verdad?. Muerte rápida como tu pluma y abrupta como las historias que escribías.

-Ya sabes, querido amigo, que los tipos duros no leen poesía, pero haré algo poético este lúgubre día que regala tres funerales para Monroy.

Se enfundó su traje de marino. Embarcó sin rumbo. Solo los muertos no necesitan ni timón ni destino...

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Pasó de la noticia y buscó los resultados de las carreras,ahora que el puriempleo se le había terminado, un dinero extra le vendría bien. Pasando hojas, un anuncio le llamó la atención. “Se necesita guardia personal”, ávidamente leyó la información.

Se visualizó tranquilo, sentado al volante de un gran coche, escuchando su música preferida, deleitandose con la arquitectura de la Casa Palacio mientras espera a un miembro del Cabildo Insular, aterrado por esa fascinación, abrió los ojos y se recordó que él es un hombre de acción.

Allí estaba el resultado, “Perdedor”, fiel a su nombre, había entrado el último.

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Eladio, al leer la noticia, apretó con tanta fuerza los dientes que un pequeño desencaje en la articulación temporomandibular le invitó a ingerir el cortado a ritmo de si bemol, bajo un gesto imposible y ante una grafía que le permitía expulsar por aquella boca picassiana todo tipo de exabruptos y lindezas suburbiales.

Cuando ya había descargado el arsenal de maledicencias, subrogadas en el bueno de Alexis-Señor Rovelo, de un ¡tas! seco volvió a encajar la mandíbula, apuró el cortado y brindó con los demonios del báratro por la gloria eterna de su creador y reincidente habitual ARB (memento vivere).

Un personaje pierde a su autor

Eladio Monroy entró, como casi siempre, a las doce, en el bar Casablanca. Pidió un cortado y se sentó a leer el periódico. En la portada estaba la noticia: Ha muerto a los 51 años el escritor Alexis Ravelo…

-No importa- murmuró Eladio mientras secaba una lágrima que se deslizaba por su mejilla.

La Muerte, esa maldita con la que tú y yo habíamos coqueteado tantas veces para llenar las páginas de tus libros, había venido a buscarte para llevarte con ella. Lo hizo de la única forma que no te haría sufrir: Sin previo aviso; a sabiendas, de que tú y yo, aunque dancemos su melodía, nunca seremos sus víctimas. Nosotros, ya estamos eternizados en el santuario de los libros.

Un personaje pierde a su autor

Eladio Monroy entró, como casi siempre, a las doce, en el bar Casablanca. Pidió un cortado y se sentó a leer el periódico. En la portada estaba la noticia: Ha muerto a los 51 años el escritor Alexis Ravelo…

He vuelto a leer la noticia. Todavía no lo asimilo, hoy si que es.... “El Peor de los Tiempos”. Alexis Ravelo nos ha dejado huérfanos de sus grandes e imprescindibles historias de “novela negra”, fáciles de leer y entender, aunque a veces moralmente cuestionables... pero ahí estaba su genialidad. Siempre recordaré nuestros buenos momentos que compartimos juntos.

Querido Alexis, hasta que nos volvamos a ver en “La otra Vida”. “La Última Tumba”.

Un personaje pierde a su autor

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Inexplicablemente, empatizó con aquel desconocido, "será la edad", pensó.

Su deleite por el sentido obituario, lo interrumpió un nombre: "¿Yo?, ¿legado cultural?", sintió el pecho hinchándose. Rápidamente ató cabos, deformación profesional. No era él, sino ello, producto de un intelecto QEPD y, por tanto, HE-RE-DA-BLE.

¿Quién le informaba de tal degradación y para qué?, urgía volver a casa. Pagó y echó a andar con una ansiedad desconocida. Cuando al cabo de unos metros perdió el equilibrio, una voz a su espalda preguntó con sorna: "¿Te dejaste anoche el tacón en Triana, querida Alexia?".

Un personaje pierde a su autor

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La muerte que gran verdad nos acompaña siempre, desde el día en que nacemos hasta ese instante en que todo se acaba y viene la obligada reflexión. (la vida es tan corta que se nos escapa sin apenas darnos cuenta, dejamos las cosas para mañana sin pensar que solo es real el (ahora)).

En cambio, Alexis parecía como si el supiera que su camino en esta vida sería muy corto y a pesar de los momentos difíciles que le toco vivir, se supero con su pluma escribió cuentas, relatos y novelas.

Donde quieras que estés te mando un gran beso.

Un personaje pierde a su autor

Eladio Monroy entró, como casi siempre, a las doce, en el bar Casablanca. Pidió un cortado y se sentó a leer el periódico. En la portada estaba la noticia: Ha muerto a los 51 años el escritor Alexis Ravelo…

Que noticia tan triste en una mañana tan brillante hoy el café por mucha azúcar que le ponga me sabe muy amargo, éstas noticias son las sinsabores de la vida a la que uno no se acostumbra; se nos fue un grande, una persona con mucha valía y además un canario que fue profeta en su tierra, además de querido y admirado; supo atrapar tantas y tantas ideas que pasaron por su mente y plasmarlas con un orden exquisito para convertirlas novelas que ahora ya son de todos tus lectores.

Muchas gracias buen amigo por dejarnos lo mejor de ti.

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Tembló, derramó el café y una mancha cubrió aquellas palabras. ¿Eran reales? Notó como un viento le envolvía, su cuerpo, ligero, se desvanecía ¿Podría existir sin su creador? Se veía casi transparente... entonces recordó a Alexis imaginándole, plasmando sus rasgos en aquellas novelas y como tras varios libros, era él mismo, Eladio, quien guiaba a Alexis en sus relatos, su cuerpo volvía a coger textura, consistencia. Entonces lo supo, era el legado de Alexis.

Se giró, salió tranquilo de la cafetería rumbo a su nueva vida, está vez siendo su único guionista.

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Un golpe de calor le abofeteó el rostro. Se llevó una mano al pecho para calmar a su encabritado corazón. Pidió un vaso de agua. Las gotas de sudor remitieron dejando un rastro de aventuras compartidas. Desechó estas nostalgias escupiendo un quejido: ¡Alexis, has sido un osado! El protagonista era yo, tú, tan solo debías seguir creando vivificantes historias para mí. Y ya, para terminar de joderlo todo, ni entre líneas me has dejado una maldita consigna con la que poder salir cagando leches de esta, indescriptible soledad.

Un personaje pierde a su autor

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…Toda la isla, se encuentra en estos momentos consternada por la desaparición de uno de sus habitantes más queridos.”

—Sí, sí, queridos. No me han preguntado a mí.

—¿Has dicho algo, Eladio?

—Qué cuánto te debo.

—¿Me vas a pagar y todo?

—No tientes la suerte y cobra.

—¿Qué te ha pasado? ¿Es que vas a palmarla?

—Nunca se sabe. A lo mejor mañana dejo de pasar días hacia atrás…

—¿Qué…?

—Nada, que me cobres, hostias.

—¿Has visto lo del escritor ese que ha muerto? ¿Tú le conocías?

—A partir de hoy sí. Yo solo leo libros de autores muertos.

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Levantó la mirada. Nada parecía distinto. Leyó de nuevo, como para cerciorarse. Su corazón seguía latiendo. Llevó la mano al muslo, donde aún le picaba la cicatriz más grave. Casi no lo cuenta. Ahora entendía el sentimiento de culpabilidad con el que se despertó esa mañana. Después de su última ocurrencia, después de ver sufrir a los suyos de nuevo, se durmió deseando que cambiara su suerte.

—Dios, ¿no podrías hacer que mi destino fuese escrito por otra mano?

Gloria tenía razón. Nunca se debe retar a los dioses. A veces, cuando quieren castigarnos, hacen que se cumplan nuestros deseos.

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Pensó, aún sin conocerle, que era una lástima morir tan joven. Dejó sobre la mesa el periódico, hoy no estaba para noticias tristes y mientras sacaba del bolsillo de la chamarra un libro, regalo de Gloria, exclamó: “los buenos escritores son como los viejos roqueros, nunca mueren”.

Se acomodó en la silla, cruzó las piernas y comenzó a leer, trataba sobre un trasnochado novelista en busca un personaje para su siguiente obra, y que, tras mucho devanarse los sesos se decantaba por un marino jubilado, al que quería hacerle no uno, sino tres funerales, “interesante”, susurró, apoyando la taza...

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Fundido a negro. Alexis, discúlpame, ¿dónde estamos?

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Ahora el dilema era para Eladio, después del primer momento de duda, se le vino a la mente ¿qué derecho tenía de seguir viviendo? Había nacido de los deseos del más grande escritor así que su final …..

Tenía muy poco tiempo para preparar su muerte, el finado no tenía parientes y no podían heredarlo.

Un personaje pierde a su autor

 

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Qué pena, que desconsuelo, que haría ahora con mi pobre vida, la despensa vacía, los sueños rotos, no podía acudir a nadie. Pero en un momento cambió todos sus pesares, ya se conformó con lo que le esperaba, salió calle abajo, fue a la imprenta y sin mediar palabra borro su personaje del nuevo libro.

Un personaje pierde a su autor

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Lo releyó una y otra vez, alguien antes tuvo la mala idea de colocar una taza encima de la noticia, con la mala suerte que se veía con la tinta corrida.

Fue entonces que comprendió la gravedad del asunto, ¿Qué haría ahora? Su voluntad anulada, ya solo sería una sombra vagando en las mentes lectoras.

Un personaje pierde a su autor

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No se creyó lo que leía, hacía solo dos días lo vio paseando a su perro. Su mente ya proyectaba un nuevo libro. Pero sí sintió un escalofrío extraño, esta vez no contaba con él en aquella propuesta tan original, quiso sustituir su personaje para darle un sentido diferente y triunfal.

¿Predecía sus muertes ?

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La confusión en su mente fue inusual, ¿como resolvería el problema que ahora se le planteaba? ¿Qué haría con el periquito? Antes de marchar de vacaciones se lo dejó. Cada día le explicaba que faltaba un día menos para volver a su casa . No tendría más remedio que decirle que ya no se iría.

Un personaje pierde a su autor

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El dolor le atravesó el corazón. Intentó mantener la compostura y en silencio abandonó el bar. Mientras caminaba y caminaba sin rumbo, se llevó la mano derecha a su pecho y acarició aquel bolígrafo metálico que Alexis le había colocado en el bolsillo de su camisa.

Llorando llegó al Muelle Grande y vio aquellos barcos panzudos. “Mi vida en tierra ha terminado”. No pensó ni en Paula, ni en Gloria, ni en el título de patrón… En su interior, retumbó la voz socarrona que le había abrazado al pasar junto al Cuasquías:

—¡Eladio. No te vayas! Naciste para ser eterno.

Un personaje pierde a su autor,

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La tristeza lo devoró. ¡Cuántas noches había dormido en su almohada!

A su alrededor todos se giraban hacia él y hablaban de Alexis; seguirían soñando con sus personajes y le recordarían siempre.

Eladio era un tipo duro y no quería mostrar su dolor. Agarró una servilleta, sacó el bolígrafo de su bolsillo y temblando escribió:

¡¿Cómo se te ocurre irte sin avisar y dejarme tan desconsolado?! Yo que anhelaba seguir con algún trapicheo. Ahora sé que me he jubilado para siempre y que jamás podré salir de tus páginas. Gracias por haberme mimado tanto. Te quiero, Alexis.

Emocionados le abrazaron.

Un personaje pierde a su autor

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A Eladio se le vino a la mente cuando empezaron sus aventuras y recordó los grandes momentos que habían vivido.

Mientras se bebía el cortado siguió leyendo la noticia y se quedó estupefacto al saber la causa de la muerte… Estaba en proceso de investigación, ya que la muerte a pesar de haber sido por un infarto; habían encontrado en su cuerpo múltiples magulladuras.

Eladio fue directamente a la comisaría porque tenía un sospechoso, uno de los clientes habituales de Casablanca, que días antes había tenido un enfrentamiento con el escritor porque no le gustaba su última historia…

Un personaje pierde a su autor

Eladio Monroy entró, como casi siempre, a las doce, en el bar Casablanca. Pidió un cortado y se sentó a leer el periódico. En la portada estaba la noticia: Ha muerto a los 51 años el escritor Alexis Ravelo…

Observó a los clientes. Todos conocían su relación con el fallecido y temía que alguno sospechara lo que el día anterior había sucedido. Alexis le anunció que acabaría definitivamente con su personaje. Escribiría un relato breve en el que moriría. Por deferencia, le permitiría elegir la forma. Eso soliviantó a Monroy que le reprochó que mientras él malvivía en la ficción, Alexis se había llevado el dinero y la fama. Al escucharlo el escritor empalideció, balbuceó algo y cayó fulminado al suelo. Eladio limpió sus huellas y abandonó la estancia ajeno a que su destino lo estábamos imaginando ya otros.

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Eladio Monroy siempre había creído que todos sus logros eran por sus propios méritos. De pequeño pensaba con ingenuidad que aprobaba sin ayuda. Se creía el centro del instituto por su fama de chico duro. De joven, pensaba que era un tiburón, porque era un buen negociador. Ya adulto, creyó ser el macho alfa de su territorio.

Cuando leyó en la noticia que su creador era Alexis Ravelo, concluyó que era una marioneta de un macho alfa tiburón. Un bufón para sus lectores, que sabían que la suerte en la vida real desde la posición original tiene un gran peso.

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En el lugar de la muerte, una habitación de una antigua biblioteca, la Policía de la verdad había encontrado cuatro ejemplares de un novela de Alexis Ravelo, junto a cuatro libretas escritas con diferentes caligrafías.

Cada libreta tenía en mayúscula y subrayada una palabra. La primera, la palabra verdad. La segunda, belleza. La tercera, bondad. La cuarta, realidad.

La posterior filosófica investigación concluyó que la muerte de había producido por la lectura e interpretación de cuatro sujetos. A ellas solo habría sobrevivido algún designador rígido, como el de Eladio Monroy.

Después se preguntó si era necesario aquel ficticio asesinato.

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A continuación, había leyó un microrrelato en el que el protagonista, Eladio Monroy, desarrollaba un diálogo interior en el que se preguntaba: “¿quién soy?, Dios, ¿por qué me diste vida?, ¿existe Dios, si existe el absurdo?, ¿si existes, es necesario tu asesinato?, ¿por qué me diste el don de la creación?

Eladio, el personaje, concluía que quería ser creador, pero para ello debía ser asesinar a su creador.

Eladio Monroy comprendió la notica anterior, se sintió sucio moralmente, no obstante, sabía que era la única forma de llegar ser lo que él quería y podía llegar a ser.

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En la página tres, una fotografía capturó su atención: un anciano sostenía una foto en

blanco y negro. El café se enfrió mientras los ojos de Eladio se ensancharon, viendo su propia vida en la imagen. Alexis Ravelo había fallecido, llevándose consigo el mundo en el que existía. Las palabras y los recuerdos se mezclaron en su mente. Era un personaje en busca de su autor, atrapado entre la realidad y la ficción, perdido en la hoja en blanco de su destino.

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¡Qué desgracia! En el proyecto de la séptima entrega era yo el que debía morir de un disparo en la nuca. Hasta estaba ilusionado con mi muerte.

Siete vidas Eladio, me decía él, como un gato. ¡Qué putada! “La muerte de Monroy” nunca se producirá. Alexis me ha dejado enredado en una historia sin fin. Quiero que alguien me ayude, que alguien termine el trabajito por él. Estoy aquí, en el Casablanca, un bar “fabuloso”; búsquenme, por favor, si él ha muerto, yo también tengo derecho a morir.

SOS.

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Se quedó paralizado. Su pensamiento viajaba…Le invadía un cúmulo de sensaciones.

Fuera, la lluvia caía sobre los tejados arrastrando palabras a su paso. Las palabras, que flotaban en el aire, se cogían de la mano y se dejaban caer sobre el río que se formaba calle abajo. A la altura del bar Casablanca se detuvieron, cruzaron la puerta y se acomodaron sobre la mesa, donde permanecía sentado Eladio Monroy.

Manos sensibles las fueron ordenando, y se dejaron llevar…y conformaron una historia que jamás soñaron.

Eladio Monroy supo entonces que a partir de ese día sería autor y protagonista.

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La noticia se precipitó garganta abajo aprisionándola. Dejó el cortado en la mesa. Salió del bar sin pagar. Y dirigió sus torpes pasos hacia Las Canteras.

Alexis Ravelo lo había concebido desde la nada. Además de ponerle un nombre potente, le barnizó la piel y el corazón con mimo y esmero, convirtiéndolo en un personaje único.

Ante tal inesperada noticia, el cuerpo de Monroy —y el de sus lectores—era un mejunje de sentimientos hecho pedazos. Su sombra vagaba perdida entre una maraña de dolor y desconsuelo que se enredaba en los versos escritos en las transparentes páginas del mar.

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Eladio se lamentó en voz alta y recordó la colección de libros que había adquirido a lo largo de los años, tenía una amplia colección de libros de Ravelo, además de su autora favorita “la reina del suspense”, Mary Higgins Clark.

En la casa lo conocerá hasta el gato, contestó Pedro, otro cliente del Casablanca, además, parece que para ser buena gente tiene uno que morirse.

Tampoco es eso hombre …contestó Eladio molesto.

Claro que sí, y no lo digo sólo por ti, es que pasa siempre, desde que se muere alguien sale el típico comentario…” qué bueno era”.

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Pero si lo vi el lunes exclamó Eladio desencajado… ¡Ay, Eladio por Dios, tú no sabes que para morirse sólo hace falta estar vivo…dijo Mónica, la camarera más veterana del bar Casablanca! Pues también tienes razón Mónica, pero es que impresiona mucho el hecho de haberlo visto el lunes y hoy jueves esté muerto, dijo Eladio con desconsuelo. Aún recordaba su encuentro fortuito con el escritor en un conocido restaurante de la isla, y además de sus libros le había parecido que era buen elemento. ¡Es que no somos nada comentó Antonio, un proveedor de las máquinas de refresco!

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Impactado acercó el periódico a la altura de su rostro, sus manos apretaban las páginas, hizo una rápida y ansiosa lectura, sintió que su cuerpo perdía fuerzas, su corazón acelerado latía. No era para menos enterarse, que su padre había muerto, y que un genio escritor la humanidad perdía.

Casimiro corrió hacia él al verlo desplomarse -Monroy ¿Se encuentra usted bien? él agarró su camisa en voz floja respondió -Por favor no me dejes morir- Casimiro arrastró a Eladio hacia el coche y lo llevó a tiempo al hospital.

Por suerte no sería la última vez que Casablanca lo vería.

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Inevitablemente recordó su 51 cumpleaños, cuando sus dos hijas Noe y Vicky le habían preparado una sorpresa en un pequeño restaurante, al lado del mar. Esbozó una sonrisa al recordar cómo había cambiado las velas de la tarta, mientras le decía al camarero: cumplo 15 …el orden de los factores no altera el producto o eso decía mi profesora de matemáticas. Cada año hace lo mismo se justificaba Vicky, entre risas.

Vamos a ver qué hace cuando cumpla 55 dijo Noe, mientras miraba la reacción de su padre.

Buena pregunta dijo el camarero entre risas, nada, a pasarlo bien familia.

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Sorprendido, dijo en voz fuerte _ ¡pero qué Coño es esto! _ En ese momento se acercó Casimiro con el cortado _ ¿Qué ha pasado?_ Lo bueno dura poco _ dijo azotando el periodico en su muslo derecho. _No eres el primer sorprendido, asintió Casimiro _ No me jodas Casi, molesto respondió, puede que Ravelo no le diera vida a un monstruo con pedazos de cadáveres al estilo Frankenstein o vida a Pinocho como Gepetto, Alexis Ravelo le dio 6 vidas a un personaje, un escritor tan maravilloso de los pocos que conozco. Eladio consternado salió del bar Casablanca.

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Nunca nadie se atreve a decirte que va a morir tu padre, tu creador, la persona que dirige tu vida y tus movimientos, sobre todo si eres un personaje… y no te pilla preparado.

Por eso la ausencia de dolor, de sentimientos, la falta de concentración en tus actos y ese vacío, no se puede explicar, solo sentirlo, o ni siquiera puedes sentirlo, solo sabes que tu tiempo ha terminado con él, en tu cabeza solo su recuerdo, y vas notando como desapareces lentamente delante de todos.

No habrá casos nuevos para Eladio Monroy… el detective de Alexis Ravelo.

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Arqueó una ceja y leyó con detenimiento el encabezado. “(...) Alexis Ravelo”. De qué le sonaba aquel nombre. Un sentimiento agridulce nació en su garganta. Algo le estaba gritando, pero él estaba sordo. Fuera quien fuese ese tipo, su nombre le rechinaba.

Dejando unas monedas sobre la mesa, salió del local con el periódico bajo el brazo.

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El reloj marcaba las doce y tres minutos. El café quedó a medio camino de su boca. Más allá, se encontraba Pepe Carvallo; una mano en el pomo de la puerta, la otra en el aire, saludando a un despistado Eladio. El lugar se cristalizó en un instante. Quizás por un tiempo; quizás, para siempre.

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Sus ojos, dos esferas vidriosas, no podían apartar la mirada. El café, aún humeante, quedó tan cerca de sus labios que sentía el calor en su piel. Un nudo se formó en su garganta, y por un instante, pensó que se ahogaría. Entonces, inhaló una bocanada de aire y ocultó rápidamente su rostro tras el papel arrugado.

No podía ser verdad.

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Una mueca pícara se dibujó en su rostro. Hizo un ovillo con el papel cenizo y lo lanzó al suelo. Encendió un cigarro y se recostó en la silla. Sentía como los grilletes a

los que había estado atado desde su nacimiento se desvanecían. Ahora solo él era dueño de su destino.

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Sus dedos, poco a poco, comenzaron a desvanecerse. El periódico cayó sobre la mesa, y el café se desparramó por el suelo. Vio como sus brazos se convertían en un recuerdo, mientras la nada devoraba todo a su alrededor. Dirigió una última mirada a su padre, y amigo.

Donde quiera que estuviese, pronto estaría con él.

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-No es posible… no puede ser. -Susurró desconsolado.

No se permitió las lágrimas, sabía que rodarían negras sobre su rostro blanco papel y prefirió el silencio. Sacó la libreta donde anotaba los datos importantes para resolver los casos asignados y escribió con letra temblorosa y azul.

Vuela dichoso y libre, Padre mío, te prometo el recuerdo.

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“Imposible. Alexis me había citado aquí a las 12.30” murmuró en su cabeza, como si su cita impidiera su muerte.

Pero no era el único con el que había quedado.

Eladio, a través del espejo frente a la barra, pudo ver cómo entraban todos los personajes de los libros de Alexis, que se iban sentando en silencio, formando la platea de un gran teatro esperando el acto.

Le desconcertó ver como todos tenían rasgos del escritor: uno tenía su nariz, otro el movimiento de sus manos, alguno su sonrisa…Eladio, ansioso, se levantó a ver su cara en el espejo.

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Pero quién se iba a creer que iba a morir tan joven de muerte natural, era imposible. Le olía a chamusquina, más aún cuando, como todo el mundo sabía, sus personajes, especialmente los más corruptos y peligrosos, eran totalmente reales, y que él, con su talento e indiscutible genialidad, los había esculpido en sus libros para siempre.

Con el poco aliento que le quedaba, fue a casa de Alexis. Su despacho estaba impoluto, pero Eladio descubrió un papel arrugado tras la impresora, lo abrió, y un río de tinta azul se le escapó, junto a su vida, entre sus dedos.

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Entonces lo vi pálido. La noticia le cayó como un golpe dado por la espalda. Estaba consternado.

Al salir del bar me dejó el periódico en la mano. Levantó su pesada figura y fue a reclinarse en un banco muy próximo. La calle estaba desnuda, un sol asfixiante lo justificaba. La gente entraba y salía del bar, en un minuto me distraje atendiendo mesas, corrí hacia él, a buscarlo, y solo encontré un cigarro sin terminar, un escupitajo con sangre en el suelo y una novela negra en manuscrito...

Desde entonces Eladio Monroy nunca volvió a ser el mismo.

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Tiró el periódico. Fijó su mirada a la pata de la mesa. Negó haber leído esa terrible noticia.

Salió del bar con el barullo montado por la muerte de Ravelo.

Caminó unas cuantas calles y se plantó frente a la biblioteca Isabel la Católica.

Ya adentro, recorrió todos los libros y fue pasando su mano por cada libro, se sentó.

pensando,comprendió que él no podía morir.

Estoy vivo porque hay lectores que me leen y disfrutan de mis aventuras, mientras haya un público lector mi muerte jamás será posible...Y se sonrió.

Convencido, salió a la calle a buscar clientes.