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Gómez Aguilera reúne en Mi Teguise las crónicas de la Villa de Leandro Perdomo, "un juglar que escribía"

A la presentación del libro, que es una continuación de la antología de crónicas sobre Arrecife, acudieron decenas de personas, entre ellos hijos, nietos y biznietos de Leandro Perdomo

Gómez Aguilera reúne en Mi Teguise las crónicas de la Villa de Leandro Perdomo, un juglar que escribía

 

La Fundación César Manrique (FCM) acogió el pasado viernes, en su sede de Taro de Tahíche, la presentación del libro Mi Teguise, que recoge una selección de crónicas de Leandro Perdomo, escritas entre 1971 y 1993, realizada por el director de la institución, Fernando Gómez Aguilera. Este acto se enmarca dentro del programa de actividades que la FCM está celebrando con motivo del centenario del nacimiento de su fundador.

A la presentación del libro, que es una continuación de la antología de crónicas sobre Arrecife, acudieron decenas de personas, entre ellos hijos, nietos y biznietos de Leandro Perdomo. Asimismo estuvieron presentes diversos representantes públicos como el alcalde de Teguise, Oswaldo Betancort; el consejero de Cultura del Cabildo insular, Alberto Aguiar; el teniente de alcalde de Arrecife y concejal de Cultura en el mismo Ayuntamiento, Alfredo Mendoza; y la concejal de Patrimonio de Teguise, Sara Bermúdez.

El presidente de la FCM, José Juan Ramírez, abrió el acto expresando  la consideración de la institución hacia la figura de este escritor "imprescindible" por su contribución a la historia del periodismo insular, así como para conocer las transformaciones de Lanzarote y el carácter de la Isla . 

El escritor Emilio González Déniz lo calificó como un hombre de una sola pieza que siempre quiso ser periodista "y no lo consiguió porque era un cronista", el gran cronista de Lanzarote, el alma "que va a permanecer" de una tierra.

 

"Un hombre íntegro"


Gómez Aguilera, responsable de la edición, selección y prólogo de Mi Teguise, empezó por fijar quién fue Leandro Perdomo, con quien se reunía todos los lunes por la tarde y cuya amistad es uno de los grandes privilegios de su vida. "Pocas huellas como la de Leandro", "era un extraordinario conversador", "un juglar que escribía", porque transmitía la riqueza de la tradición oral de la isla, destacó, añadiendo que era, además, "un hombre íntegro que nunca se quejó de que no le atendieran o que no divulgaran sus textos". 

A juicio de Gómez Aguilera, la característica más peculiar de Perdomo es que era una persona muy original, "que venía de fabrica". También fue "un gran narrador, una persona quijotesca, leal, ajeno a la envidia, con gran desapego por el poder, antiegoísta, solidario, vitalista, con un humor socarrón, gran apego al mundo de la cultura, desarreglado en su estética, al que le gustaban los ambientes desgastados y que escribió en la calle hasta que pudo". 

En su literatura tenía un ojo en el pasado, en el mito de la isla vinculada a sus antepasados, su memoria y sus valores, y otro en el presente, una realidad tratada de forma hiperbólica que significaba una historia sentimental del momento. Pivotaba entre una isla de memoria y la realidad y los personajes que pasan por las crónicas de Perdomo están descritos desde una perspectiva antiheróica. Es, finalmente, según Gómez Aguilera, el gran cronista de la transición del desarrollismo turístico de Lanzarote. En esa situación tuvo "un gran desapego por la codicia" y criticó la sustitución de los valores humanos por los del lucro, demonizando a los nuevos ricos y a la burguesía.